domingo, 15 de diciembre de 2019

Nota de Viejo Mar sobre "Mapa oscuro" de Susana Slednew


Susana Slednew Mapa Oscuro
El nuevo libro de poemas de Susana Slednew, con el título de “Mapa Oscuro”, nació de la aventura que emprendió la autora al dictar un taller de escritura en una Cárcel.
Invitada por el poeta y siempre activo promotor de eventos culturales, Mario Lóriga, y acompañada por otros autores, Slednew se animó a la experiencia.
Debió haber deliberado bastante la decisión. Como si hubiera dudado de que la Poesía, con su sutileza, pudiera sobrevivir en un ámbito hostil y atraer a los convictos hacia sus brazos amantes. La autora debió haberse resistido hasta que cedió a la empresa, por malas perspectivas que hubiera previsto. “Te preguntas/ cuánto durará la batalla / a favor de la ingenuidad. Si disponerse al plan comienza siendo una “ingenuidad”, esa calificación evolucionará: “La poesía/ ha llegado como extranjera: / poco a poco/ se hace entender”.  Ya el iluso optimismo convierte la ingenuidad en esperanza. Cuando los condenados puedan hablar el lenguaje de la poesía, ya no será crédulo apostar al poder de la palabra. En todo caso, habrá de ser la expresión de un “espíritu romántico”, una de las formas de la Esperanza en la labor misteriosa de la Poesía. Luego incluso tal vez se atreva a la Fe plena en ella.
En viaje
“¿Una condena es hacia adentro/ o hacia afuera?” reza el texto, explicitando en qué dos planos ocurrirá la peripecia. El contrapunto no sólo se refiere al adentro del encierro y el afuera de la libertad. También remite al adentro de las emociones y al afuera del entorno.
Las sensaciones que va atravesando Slednew en sus visitas semanales a la Unidad Penitenciaria quedan cristalizadas con innegable belleza en los poemas siguientes. Primeramente, la opresión y el temor que siente al ingresar por esos pasillos sucesivos que se abren y cierran por partes “abrir tras haber cerrado pesa como una armadura de miedos.”, resalta la percepción del espacio laberíntico para quien se interna hasta el centro infernal del encierro.
En el ingreso, el ambiente enrarecido la obliga a esconder su vulnerabilidad, y defenderse mediante una máscara hierática. “Un poco/ de la transparencia que traés/ cae ahora.” Ni los guardias que controlan la entrada deben descubrir su miedo.
Ya dentro, retrata un mundo binario en que los barrotes dividen las aguas, entre el reino del Bien y la región soberana del Mal. Esa cesura, que en el afuera no existe, va mostrando cada vez más su sinrazón. Prima en el adentro la percepción de que, entre las alas que poda la prisión está la posibilidad de cambiar. El estigma.
 En cuanto la autora retoma el curso del afuera, “la puerta clausura/ el lenguaje binario de las rejas.”  La región donde abunda el aire, la recibe ahora acompañada de las palabras dichas dentro, resonando una y otra vez en ella.  Esas voces comienzan a transformar su visión.
Algo, quizá alguno de los poemas escritos por los presos, introduce la idea de la muerte, y eso lleva, ya fuera, a que la poeta concluya: si ante la muerte, todos somos igualmente vulnerables, es que la diferencia entre unos y otros no ha de ser esencial. Los límites no serán tan tajantes. “Mientras tanto/ la línea que es difícil de ver/ separa el bien del mal/ como quien aparta los ingredientes sin calcular con precisión los resultados.”
Ése es el momento en que el adentro se filtra en la vida de la autora y sale de la prisión para convertir su mundo. Los presos, también modificados por obra de la poesía, influyen en la concepción de realidad de la poeta. La llevan a valorar su cotidianidad. “Ya en tu casa, por tu piel agua tibia/ el confort tiene ahora otro precio/ que no se paga en un vencimiento.”
La asfixia cede porque el aire anima la vida, eso es lo que dona el taller a los hombres confinados: “Vos ya sabés/ que a veces la vida/ se presenta como un ala”. Pero no son ellos los únicos que reciben y se transforman.
El mapa oscuro es el retrato de un viaje arquetípico que la literatura registra muchas veces. Un viaje que comienza internándose en un Infierno interior o exterior, en el que el viajero sufriente aprende, comprende y  hace carne sus limitaciones para luego emprender el ascenso, la conquista del aire; de la libertad, desencadenada del pasado. Por eso es una redención. Es preciso hacer memoria para después sanar por el olvido. Así cambia el paisaje haciendo, de un encierro en el que no hay posibilidad de salvarse, una escalera. Y el sufrimiento cobra sentido porque conduce a algo. Esa liberación, tanto en Mapa Oscuro como en los antecedentes de la tradición, ocurre mediante el vehículo de la Poesía. A través de los peldaños de la Palabra.
En el punto de llegada, vemos la pregunta: “qué es / lo que me fue quedando/ mientras anduve/ de un lado al otro de la sombra?”  Ese poema impreso excéntricamente sobre la contratapa  exhibe, en su disposición, la continuidad entre literatura y vida porque la poesía continúa más allá del final del libro. En ese mismo poema también se responderá: “este llavero/ de piedras claras / se lo cambié a quién?”, como si todo se resumiera en haber donado el conocimiento de la Poesía como moneda de cambio, para comprender el valor de la verdadera libertad. Las llaves  ̶  las claves ̶  que abren definitivamente la jaula interior.





Sin embargo, la experiencia vivida fue motivo de un poemario refinado, emocional y, como es habitual en la poeta caxtense, filosófico.