domingo, 6 de enero de 2019

Una estrella rasgando la noche





̅¿Quién lo busca? ̅ preguntó el criado.
̅ Giovanni Pico della Mirándola. ̅  respondió el recién llegado.
Y el criado desapareció por una puerta cuyo horizonte se tragaba todo con la oscuridad de sus fauces.
Unos minutos más tarde, Botticelli giraba un caballete para descubrirle el cuadro.
Cuando Pico vio por primera vez su propia figura a un paso de los Reyes Magos que habían visitado a Cristo el día de su nacimiento, se sorprendió. Pudo haberlo previsto por la insistencia con que Sandro le había pedido que visitara su taller.
Descubrió su inconfundible nariz, su barbilla, el color de su piel, un poco más pálida que las demás. Pero el asunto lo arrobó en otros sentidos. Se detuvo a observarlo un tiempo largo para Botticelli.  Pensó que un cuadro como ése podía aspirar a reunir lo disperso. Él, Pico della Mirándola, llegado al mundo en el quattrocento, estaba en el lienzo parado junto al mismo Jesucristo recién nacido.
Un modo de disolver el tiempo en su acero natural, de diluir en la fragua del arte las diferencias. El hombre, al fin y al cabo siempre es el mismo.
 “Adoración de los magos” lo había titulado Sandro Botticelli ese día de 1475 en que terminó de pintarlo. Una imagen sólo posible en la eternidad reunía a hombres que pertenecían a épocas muy distantes. Era un pesebre extraño… Incluso Giuliano, que moriría pronto en un episodio que la historia llamó la “Conspiración de los Pazzi” y ocurrió dentro de Santa María del Fiore.
̅¿Por qué yo?  ̅   preguntó Giovanni Pico a Botticelli.
Sandro se rió y le contestó:
̅ ¿Por qué no?
̅ Pues porque no me hago llamar ni Cosme, ni Giuliano ni Lorenzo, no financié tu arte ni nunca lo haré, ya que no soy un Medici. Tampoco un pastor, una oveja ni San José.
Sandro volvió a reírse.
̅ Deja de burlarte y contéstame: ¿Por qué estoy ahí retratado?
̅ Ya que insistes en saberlo, fuiste tú el primero que me habló de esos sabios a los que les llamamos “magos”.
̅ ¿Sí? ¿No los conocías del testimonio que da Mateo en su Evangelio?
̅ Ah, sí, pero no como tú me los diste a conocer.
̅ Si es por eso, debieras haber retratado a Marsilio Ficino con sus libros, porque de ellos y de sus investigaciones lo aprendí yo.
̅ Bueno, ignoraba ese detalle… Cuéntamelo: habrás difundido lo mismo que él y serás uno más de la cadena intermitente que se hunde o emerge de la oscuridad según los caprichos de Orfeo, desde el principio de la historia.
Pico se decidió a compartir con él lo que había conocido.
̅ Existen, (los he visto) unos documentos que estuvieron en manos de Ficino. Tal vez todavía permanezcan en la Villa Careggi, no lo sé… Pero eran extraños listados de fenómenos astrales, de órbitas, conjunciones y oposiciones, de casas, de parcelas cargadas de planetas… Además, mapas. Varios mapas del cielo casi idénticos. Algunos documentos, a punto de disolverse en polvo, otros transcritos seguramente en tiempos cercanos.
̅ ¿Y?   ̅ preguntó el pintor.
̅ Se cree que pertenecen a…
Dos, tres, cuatro segundos. Sandro se desesperó por ese silencio demasiado largo:
̅ Que pertenecen… ¿a quién?
̅ Magos. Astrónomos venidos de Oriente.  ̅  declaró y se quedó pensativo. ̅ Tal vez los mismos que acudieron para adorar a tu niño   ̅ dijo Pico señalando al bebé que descansaba en brazos de su madre en el cuadro de Botticelli.
̅¿Es posible eso? ¿Se conservaron documentos de los magos?
̅¿Por qué te extraña?  ̅ cuestionó sorprendido.
̅ ¿Acaso esos pueblos tenían escritura?  ̅ repreguntó el pintor.
̅ Claro que la tenían. Y sabían de los astros mucho más que nosotros. Pero tienes que prometer que no contarás esto a nadie que no sea del Banquete.
Se refería al Banquete florentino que presidía Marsilio Ficino, en el que se profesaba el neoplatonismo cristiano: se traducía, se interpretaba, se reflexionaba y se escribía sobre Platón.  Ninguno de sus miembros imaginaba por qué Ficino  estaba estudiando esas efemérides, pero cumplían con guardar el secreto porque conocían los peligros.
̅ Me lo rogó Ficino cuando me los mostró. Dijo que su vida dependía de nuestro silencio.
̅ ¿Tanto así?  No lo entiendo… Si tiene el favor de Lorenzo…
̅ Inquisición, se llama. Creo que te la han presentado ya.
̅ Sí. ¿Pero qué herejía estará cometiendo al tener esos documentos?
̅ Por empezar, Sandro querido, ¿quién dijo que había que cometer una herejía para que esos despojados de Espíritu edifiquen un juicio en tu contra? Y, por otro lado, ¿no entiendes qué implicaría que los magos estuvieran esperando al Cristo desde siglos antes?
̅ Mm… No.
̅ Bueno, déjame contarte.  Esta secta de sabios, astrónomos, magos y monarcas, conocían la fecha de la llegada del Salvador. Lo esperaban con ansiedad y de ningún modo lo consideraban un líder guerrero que liberaría sólo al pueblo judío del poder romano. Ni de ellos, ni de ningún otro yugo que no fuera la propia miseria de la raza humana. Sabían que venía a liberar de algo más universal y profundo: La muerte acechando desde el fondo de nuestra naturaleza.
̅ Pero si eso era lo que Cristo vino a abolir, ¿Por qué seguimos muriendo?
̅ A ti sí que te vendría bien algún dominico cerca o algunos meses de claustro. ¿Qué preguntas, hombre? Antes se moría con el cuerpo y se dormía para siempre con el alma. El sheol era ese sitio de la nada, adonde íbamos antes de la crucifixión. Hoy sólo muere el cuerpo…
̅ Francamente, me tildarás de ignorante, pero no comprendo la diferencia. ¿Qué tiene de milagroso?
̅ Mira, no te queda más remedio que creer porque el verdadero milagro aquí es que pintes motivos religiosos y con esa ignorancia osada todavía no haya caído sobre ti el Santo Oficio. ̅ sin mediar un instante, prosiguió.  ̅ El asunto es que estos hombres que esperaban hacía tanto tiempo al Salvador supieron la fecha porque sus mapas indicaban un fenómeno no muy frecuente: La Conjunción de Júpiter y Saturno en el signo de Piscis.
 Según me ha dicho Marsilio, entre los integrantes de la secta, los más doctos habían sido escogidos para transitar el largo camino a Judea, con sus croquis del desierto y  las cartas del cielo en las faltriqueras. Emprendieron viaje cuando la conjunción estaba próxima a generarse. A ciegas fueron mientras el astro guía no se presentó en el firmamento. Los presagios habían prometido la orientación de una estrella, pero en el lenguaje críptico de las profecías nadie se aventura a discriminar literalidad y signo. Los magos se preparaban para ser guiados por un objeto del que desconocían toda seña.   
En su danza de órbitas regulares las estrellas pudieron arrojar pronósticos de una futura conjunción. La ciencia de los magos leía esos sutiles oráculos, y se afanaba por elevarlos a la categoría de ley.  Pero con el astro guía era distinto. Nadie es capaz de predecir un milagro.
Ya avanzados en el camino, hallaron inesperadamente lo que buscaban. Debió sorprenderles que fuera tan literal el presagio: “una estrella los guiará”. Pues, increíblemente, era una estrella. Un objeto que ellos, desde su astronomía, no podían desconocer. Una nova que debían seguir y seguirían. La misma que luego fuera nombrada como la “estrella de Belén”.
No sólo para los hebreos estaba el cielo iluminado. No eran los únicos que habían oído la profecía. Los magos también lo sabían.
Sandro se puso realmente serio. Comenzaba a pesarle el secreto. ¿Cómo haría para callar algo así? ¿Cómo, para no escabullirse a pintar esa “nova” rasgando la noche?
̅A tal punto lo sabían que siglos antes los sabios de la secta usaban como emblema las cruces. Se las colgaban al cuello, a las muñecas y las ilustraban en el dorso de sus documentos.  
Sandro pensó que era una broma. Pico también lo había pensado antes de que Ficino le exhibiera los manuscritos en los que descubrió con sus propios ojos esa cruz arcaica.
̅ No entiendo.  ̅ dijo Botticelli   ̅ ¿usaban la cruz como un símbolo de pertenencia? ¿Cómo puede ser? ¿No identificamos con ella a Jesús porque murió clavado a una? ¿Cómo habrían de saber que moriría en una cruz?
̅ Voy a hacerte la pregunta que me propuso Ficino. ¿Cómo hizo para saber lo que supo el profeta Isaías? ¿Y Ezequiel?
̅Obviamente, por el Espíritu Santo. Ellos eran profetas…
̅ Es cierto. Pero piensa que fueras profeta y hubieras nacido muy lejos de Judea. ¿El Espíritu Santo no podría llegar a mover tu pluma?
̅ Supongo…
̅Bueno, ya has oído a Marsilio muchas veces. Platón fue un iluminado del Espíritu, y él, como muchos de los mitos y leyendas de pueblos que no han conocido a Cristo, preparó el terreno para que se acogiera mejor su llegada...
̅ ¿Hablas en serio?
̅ Completamente. Quizá nos equivoquemos,  pero esos sabios orientales nucleados en torno de saberes milenarios pudieron haber recibido inspiraciones...
̅ Si fuera así, ¿por qué no les llamamos “santos” y, en cambio, les decimos “magos”?
̅¿Quién sabe? Quizá porque para ser “santo” hace falta más que eso.
Pico se quedó pensando y después repuso:
̅No creo que tú merezcas el título de “santo”, amigo Sandro. Y, sin embargo, ¿quién podrá discutir que acabas de reunir lo disperso en la unidad de tu cuadro? ¿Quién negará que lograste abolir el tiempo, haciendo rodar tu pincel sobre ese lienzo?