miércoles, 21 de septiembre de 2016

Adaptación de "La nona" de Roberto Cossa

Acto primero

MARÍA.-No quiero más.
ANYULA.- Le voy a llevar a Chicho.
(Anyula se dirige a la pieza de Chicho.)
MARÍA.- Dígale que es el último.
(Anyula golpea suavemente la puerta de la pieza de Chicho. Este, rápidamente, deja el diario y comienza una especie de tarareo, simulando cantar un tango. Anyula entra en puntas de pie, le tiende el mate y se sienta en la cama. Chicho da dos o tres sorbos.)
CHICHO.- Está medio frío, tía.
ANYULA.- Caliento el agua. ¿Vas a tomar más?
CHICHO.- Eh... estoy componiendo. Y cuando compongo...
(Anyula le acaricia la cabeza.)
ANYULA.- ¿Algo nuevo?
CHICHO.- Hoy empecé otro tango. (Pierde la mirada y balbucea un tarareo impreciso) "De mi pobre corazón..." (Marca los típicos compases finales del tango.} ¿Le gusta?
ANYULA.- Mucho. Sacaste el oído de papá. De toda la familia sos el único que salió músico. ¡Y a él que le gustaba tanto! Si pudiera escucharte...
CHICHO.- Me escucha, tía, me escucha... A veces siento aquí... (Se señala el pecho.) Es el Nono, desde el cielo, que me dice: "Bien, Chicho, bien".
(Anyula queda con la mirada fija y el mate en la mano, emocionada. Chicho la mira de reojo.)
CHICHO.- Cébese otro, tía. Pero calentito, ¿eh?
ANYULA.- Sí, querido, sí.
(Anyula sale hacia la cocina. Chicho toma el diario. A lo largo de la escena siguiente se irá quedando dormido. Anyula, en la cocina, toma la pava y la coloca sobre el fuego.)
MARÍA.- ¿Qué? ¿Va a seguir tomando?
ANYULA.- Está componiendo. Un tango muy lindo.
MARÍA.- Usted es muy buena, Anyula.
ANYULA.- ¿Qué queres? Es mi sobrino preferido. Carmelo es muy bueno, también, muy trabajador. Ya sabes cómo lo quiero. Pero Chicho... ¡qué sé yo! Es un artista.
MARÍA.- (Irónica.) Sé... Un artista.
ANYULA.- Como papá.
(La Nona agita la bolsita de pochoclo vacía.)
NONA.- Má pochoclo.
MARÍA.- ¡Qué pochoclo! Ahora vamos a cenar.
(La Nona agita la bolsita vacía cerca de la cara de Anyula.)
NONA.- Má pochoclo, nena.
ANYULA.-No quedó más, mamá. (A María.) ¿Le voy a comprar?
MARÍA.- ¡Pero no! No tiene que comer porquerías.
NONA.- (A María.) ¿No teñe salamín?
MARÍA.- ¡Qué salamín! Espere la cena, le dije.
(Sin que nadie lo advierta, la Nona agarra un pan y se lo mete en el bolsillo.)
NONA.- ¿Un po de formayo?
MARÍA.- ¡Nada, le he dicho! Aguántese hasta la cena. Vaya a su pieza, vamos. Cuando esté la cena, yo la llamo. (La toma y la encamina hacia la pieza. En ese momento María descubre el bulto que hace el pan en el bolsillo de la Nona) ¿Qué tiene en el bolsillo? (Le saca el pan.) ¡Pero qué cosa! (Introduce a la Nona en la pieza y se vuelve, la Nona sale rezongando.) No tiene que comprarle todo lo que le pida, Anyula.
(Anyula cambia la yerba del mate. Del interior de la casa sale Marta.)
MARÍA.- ¿Todavía no está la cena?
ANYULA.- Falta todavía.
MARÍA.- ¿Vas a salir?
MARTA.- Estoy de turno.
MARÍA.- ¿Otra vez? Esta semana ya van tres veces. ¿No es una vez por semana?
MARTA.- Sí... pero esta semana es así. ¿Me prestas tu reloj?
(María sale hacia el interior. Anyula termina de cebar un mate y se dirige a la pieza de Chicho. Golpea, espera, y al final entra. Mira cariñosamente a Chicho, que está dormido; le saca el diario de las manos, apaga la luz y sale. Marta se pasea impaciente. Mientras transcurre esta escena, la Nona sale sigilosamente, roba un pan v vuelve a su habitación. Anyula, entretanto, ya ha vuelto a la cocina y se pone a trabajar en la cena. María sale del interior con un reloj, que entrega.)
MARÍA.- ¿No vas a comer nada, entonces?
MARTA.- Como algo cerca de la farmacia.
MARÍA.- ¡Nena...! Te vas a enfermar.
MARTA.- La farmacia es un trabajo sacrificado. Ya lo sabes.
MARÍA.- Sí, pero vos vendes perfume. ¿Por qué te tenés que quedar toda la noche?
MARTA.- ¡Ay, mamá...! Queres que te lo explique todo.
(De la calle llega el sonido de varios bocinazos.)
MARTA.-Ahí está el farmacéutico. Chau. (Besa a María.) Chau, tía.
(Al salir tropieza en la puerta con Carmelo, su padre, que ingresa desde la calle con un paquete debajo del brazo.)
CARMELO.- ¿Te vas?
MARTA.- Estoy apurada. Chau, papá.
(Besa a Carmelo rápidamente y sale. Carmelo la mira salir y se va hacia María.)
CARMELO.- Estás de turno otra vez. Pobre nena. Lo que es el far­macéutico ese debe ganar bien. Dos por tres cambia de auto. (Tiende el paquete a María.) Toma. Todo lo que quedó. (María abre el paquete y saca unas verduras.)
MARÍA.-No me trajiste perejil.
CARMELO.- Lo vendí todo.
MARÍA.- ¡Justo hoy que hice guiso!
(Carmelo saca un cuadernito del cajón del aparador.)
CARMELO.- Un perejil lindo, crespito. Me lo sacaron de la mano.
MARÍA.- Y los zapallitos no van a alcanzar.
CARMELO.- ¡Tenés como dos kilos ahí! Ayer traje cinco.
MARÍA.- (Con un gesto que significa "no es extraño".) ¿Y...?
CARMELO.- Si traigo todo lo que me pedís... Para eso cierro el puesto Le digo al mayorista que me traiga el pedido a casa.
ANYULA.-Yo casi ni comí zapallitos ayer.
CARMELO.- ¡Bah, Anyula...! Si no digo por usted.
ANYULA.- Es que yo soy una carga.
MARÍA.-Anyula... hágame un favor. Crúcese hasta lo de Vicente; traiga dos kilos de zapallitos y un poco de perejil. (Le tiende el dinero y Anyula sale.)
CARMELO.- ¡Mira vos...! ¡En mi casa hay que ir a comprarle a chorro ese!
(Carmelo anota las ventas del día en el cuadernito.)
MARÍA.- ¿Cómo anduvo?
CARMELO.- Bien... Viste lo que quedó. En ese barrio se vende muy bien (Pausa.) ¡Eh... si nosotros podríamos vivir sin problemas!
(Carmelo sigue haciendo cuentas mientras Marta llena la olla con cantidades impresionantes de verdura. Carmelo termina de hacer las cuentas y se queda pensativo.)
CARMELO.- ¡La puta qué lo parió!
MARÍA.- ¿Qué pasa?
CARMELO.- ¿Qué va a pasar? Que no llegamos a fin de mes. ¡Eso pasa! ¿Anotaste los gastos?
MARÍA.- Falta lo de hoy.
CARMELO.- Y bue... Y todavía falta lo de hoy. (Cierra e cuaderno con fastidio y lo guarda en el aparador.) No sé... No pagamos alquiler... no nos damos lujos... Yo, ni ropa me compro.
MARÍA.- Yo tampoco.
CARMELO.- Esto no puede seguir así. La idea de ahorrar para pone el mercadito, bueno... Mejor que me la olvide. Pero si esto sigue así, voy a tener que vender el puesto de la feria.
MARÍA.- Si tu hermano trabajara...
CARMELO.- ¿Otra vez con eso? Eh... Chicho es un artista.
MARÍA.- ¡Un artista! Pero come y vive a costa tuya.
CARMELO.- Uno de estos días la pega y nos vamos todos para arriba. (María lo mira significativamente.) Digo yo... Con eso puede ganar mucha plata.
MARÍA.- ¿Componiendo tangos? ¿Me queres decir quién gana plata hoy componiendo tangos?
CARMELO.- Según él, los puede vender al Japón.
MARÍA.- Por favor, hace veinte años que está componiendo y nunca terminó nada.
CARMELO.- Sé... la verdad que... Pero a Chicho lo podemos aguan­tar. En lo que más gasta es en yerba. Anyula, pobrecita... La Martita aporta lo suyo.
(En ese momento sale la Nona de la pieza y cruza una mirada con Carmelo.)
CARMELO.-No… el problema de esta casa es otro.
NONA.- (Imperativa.) ¡E cuándo si manya!
MARÍA.- Le dije que le iba a avisar.
NONA.- (Se sienta a la mesa.) La picadita.
(María llena un plato con fiambres, aceitunas, queso, etc., y se lo tiende a la Nona, que comienza a comer vorazmente. Simultá­neamente, ingresa Anyula con un paquete de zapallitos y un ramo de perejil. Se lo entrega a María.)
MARÍA.- Gracias, Anyula. Dígale a Chicho que venga a cenar.
(Anyula se dirige hacia la pieza de Chicho. Lo observa dormido.)
ANYULA.- Chicho... a comer.
(Chicho emite un gruñido.)
ANYULA.- A comer, querido.
CHICHO.- (Semidormido.} Cébese unos mates, tía.
ANYULA.- Está la cena servida. Después te hago los matecitos, ¿eh? Vamos.
NONA.- U pane.
MARÍA.- (A Carmelo.} Saca pan del aparador.
(Carmelo saca una panera y la coloca sobre la mesa. La Nona, entretanto, echa en el plato de sopa todas las sobras de la "picada".)
MARÍA.- Vos sentate, Carmelo. Anyula, sírvale la sopa a Carmelo. (En el momento en que Carmelo se sienta, la Nona -sin dejar de comer- golpea con el tenedor el borde del vaso, reclamando vino. Carmelo se levanta y saca una botella del aparador.}
CARMELO.- El destapador, María.
(María saca un destapador del cajón de la mesada y se lo tiende a Carmelo, mientras la Nona sigue golpeando.)
CARMELO.- ¡Ya va, Nona! No sea impaciente.
(Carmelo comienza a destapar la botella, mientras la Nona sigue golpeando. Anyula coloca un plato de sopa en la mesa, frente al lugar que ocupa Carmelo.}
NONA.- ¿No hay escabeche?
(María busca un frasco de escabeche y se lo tiende a la Nona, que lo vacía en el plato. Carmelo termina de destapar la botella y María sirve dos platos de sopa para Anyula y para ella.)
CARMELO.- (Por el tenedor.) Saque eso, Nona.
(Carmelo le sirve vino. Finalmente, todos se sientan a la mesa y se disponen a tomar la sopa.)
NONA.- Termené.
(Anyula se levanta.)
MARÍA.- Déjeme a mí.
(Anyula y María se dirigen a las hornallas para servir el guiso a la Nona.)
MARÍA.- Tráigame un plato hondo, Anyula.
(Las dos mujeres se ponen a trabajar activamente.)
NONA.- Formayo.
(Carmelo se levanta, saca un pedazo de queso de la heladera y se lo pone delante a la Nona. María coloca frente a la Nona un plato de guiso cubierto hasta los bordes:)
NONA.- Formayo.
CARMELO.- ¡Y ahí tiene, Nona!
NONA.- (Enojada.) ¡Ma no! ¡Formayo de rayar!
(Carmelo toma el queso fresco y se dispone a llevarlo nuevamente a la heladera. La Nona se lo saca de la mano.)
NONA.- Ma no, ya que está, decalo.
(Se lo come. Anyula se dirige hacia el aparador.)
ANYULA.- Creo que hay rallado.
(Vuelve con una quesera y la coloca frente a la Nona, que echa en el plato. Al mismo tiempo observa la comida.)
NONA.- ¿Y el perequil?
(María toma el ramo de perejil y lo corta con las manos.)
NONA.- ¡El perequil, María!
CARMELO.- ¡Ya va, Nona!
(María echa el perejil en el plato de la Nona. Los demás comienzan a comer después. Aparece Chicho. Al verlo, Anyula se pone de pie y le deja su lugar. Chicho, que trae el diario bajo el brazo, se sienta a la mesa.)
CHICHO.- ¿Queda algo?
ANYULA.- Hay guiso calentito.
CHICHO.- Si no hay, no importa.
ANYULA.- Come el mío. Te llamé, pero estabas dormido. No te quise despertar.
CHICHO.-No dormía, tía. Escuchaba mi música.
MARÍA.- (irónica.) ¡Jmmm!
CHICHO.- Me gusta cerrar los ojos y escuchar mi música.
NONA.- Má guiso.
MARÍA.- No hay más.
(Chicho le cede una cucharada de guiso a la Nona.)
CHICHO.-Tome, Nonita.
CARMELO.- No le des más, que ya comió.
CHICHO.- Un poquito. ¿Cómo le vas a negar un poco de comida a la Nonita? (Le acaricia la cabeza.) Nonita... la cabeza blanca como paredón iluminado por la luna. Y esas arrugas que son surcos que traza el arado del tiempo.
ANYULA.- (Embelesada.) ¡Qué cosas lindas decís!
CHICHO.- Nonita... ¿Se acuerda cuando me llevaba a pasear a la plaza?
(La Nona, que ya terminó con la porción que le dio Chicho, mira fijamente el plato de su nieto.)
CHICHO.-Un niño que descubría un mundo agarrado a la pollera de una abuela.
(Le agarra la mano en el preciso momento en que la Nona ha tomado un pedazo de pan e intenta mojar en la salsa de! plato de Chicho.)
CHICHO.- Nonita... el niño aquel se hizo hombre y la abuela es un rostro dulce que lo mira desde el marco de una pañoleta negra. (Durante esta última tirada se ha producido un forcejeo de la Nona por tratar de untar el pan en el plato de Chicho. Final­mente, lo logra y come.)
NONA.- U pane.
CARMELO.- ¿Qué pan, Nona? Ya comió.
NONA.- ¿Galleta marinera no teñe?
CARMELO.- ¡Qué galleta marinera! ¡Vamos! Vayase a dormir.
NONA.- El postre.
CARMELO.- María, dale dos manzanas. Y que se vaya a la pieza. ¡Vamos!
(María saca dos manzanas de la frutera y se las entrega a la Nona, que se las coloca en el bolsillo.)
CHICHO.- Dejala un rato más. Es casi el único momento que tengo para estar con ella.
MARÍA.- ¡Claro...! ¡Como usted está tan ocupado...!
CARMELO.- Que se vaya a la cama (A Chicho.) Vamos, Nona.
(La Nona se levanta pesadamente. Al pasar, roba una banana  y se dirige a su pieza.)
NONA.-A domani.
(Todos saludan. Se hace un silencio. Chicho come.)
CARMELO.- Usted también puede irse a la cama, tía.
ANYULA.- Tengo que ayudarle a María a lavar los platos.
CARMELO.- Deje. Hoy la ayudo yo. Váyase a dormir.
(Se crea una pausa. Anyula mira a María y comprende que debe irse. Chicho advierte también el clima y comienza a ponerse nervioso. Simula interesarse en la lectura del diario.)
ANYULA.- Hasta mañana, entonces.
(Todos saludan. Anyula sale y se produce una pausa tensa. Carmelo busca la manera de empezar el diálogo. María, que se ha puesto a lavar los platos, está evidentemente, expectante. Chicho comienza a ponerse a la defensiva. Carmelo saca una botella de grapa y se sirve.)
CARMELO.- Oíme Chicho... Yo sé que vos sos muy sensible a estas cosas.
(Chicho le aprieta la muñeca a Carmelo y hace un gesto de dolor.)
CHICHO.- ¿Le pasa algo a la Nonita? ¿Está en yantas?
CARMELO.- ¿Cómo?
CHICHO.- ¿Está chacabuca? (Carmelo lo mira.) ¿Enferma?
CARMELO.- ¿Quién?
CHICHO.- La Nonita.
CARMELO.- Está mejor que nunca. ¿No la viste?
CHICHO.- Mi Nonita... Si le pasara algo, no podría soportarlo. (Señala con la mano hacia la puerta de la pieza de la Nona, como los escolares cuando dicen un verso.) La abuela, en cuyo regazo alguna vez...
CARMELO.- ¡Para!  ¡Para! (Pausa.) Oíme, Chicho... Esta casa no puede seguir así.
(Chicho lo mira con desconfianza.)
CARMELO.- Este mes no llegamos.
CHICHO.- ¿A dónde?
CARMELO.- ¡Con la guita! No llegamos.
(Chicho se toma la frente y se queda con la mirada baja.)
CARMELO.- Oíme...ya sé que estas cosas te hacen mal, pero tenés que hacerle frente de una vez por todas. Vos sos un artista, lo sé...
(Chicho asiente con la cabeza.)
CARMELO.- Nunca te hablé de los problemas de la casa.
CHICHO.-Ya no voy a poder componer. ¡No voy a poder componer!
CARMELO.- ¡Pero tenés que entenderlo! El puesto de la feria no da para más, ¿entendes? ¡No da para más! (Señala hacia la pieza de la Nona.) Me lo está morfando.
MARÍA.- Bajá la voz que te puede oír.
CARMELO.- (Cuchichea.) ¡Me lo está morfando! ¿Me oís? Es como mantener a diez leones juntos.
CHICHO.- (Lamentoso.) Nonita...
CARMELO.- ¡Nonita, Nonita, pero nadie hace nada!
CHICHO.- Serví una copita, Carmelo.
(Carmelo, de mala gana, le sirve grapa.)
CARMELO.-Yo no sé... O esto se soluciona o... tiene que haber otro ingreso.
CHICHO.- (Detiene la mano en el momento que lleva la copita a la boca.) ¿Otro ingreso?
CARMELO.- Y claro.
(Se hace una pausa prolongada. Chicho bebe un largo trago.)
 CHICHO.- ¿Y vos podrás tener otro trabajo?
CARMELO.- ¿Otro trabajo? ¿Pero vos estás loco?
MARÍA.- Carmelo se levanta a las cuatro de la mañana y vuelve a las ocho de la noche.
CARMELO.- Para, María.
CHICHO.- ¿Y la Martita?
CARMELO.- Marta trabaja. Algo aporta.
CHICHO.- Entonces, no sé... No se me ocurre nada.
(Se hace una pausa. Carmelo y María se miran.)
MARÍA.- ¿El pescadero no te dijo que precisaba un ayudante?
CARMELO.- Sí... Un ayudante.
CHICHO.- Ahora, digo yo... la Nona está muy viejita, ¿no?
CARMELO.- Sí. ¿Y?
CHICHO.- Y bue... ¿Cuánto más puede...? (Lloroso.) ¡Dios le dé larga vida! Uno… dos añitos... Pasan volando.
CARMELO.- Cuando cumplió ochenta y ocho, me dijiste lo mismo, y tuve que vender el taxi.
CHICHO.- ¡Y bueno! Pasaron doce años. Se la ve avejentada.
CARMELO.- ¿Y qué queras? ¿Que ahora tenga que vender el puesto de la feria?
CHICHO.- No, eso no.
CARMELO.- Entonces voy a tener que hablarle al pescadero.
CHICHO.- ¡Para... para! Estas cosas hay que pensarlas bien. No hay que apurarse. (Toma el diario y se pone a leer los avisos clasi­ficados.) Algún laburo tranquilo tiene que haber.
(Carmelo mira a María y le hace un gesto de satisfacción.)
CHICHO.- ¿Ves? Aquí hay uno. (Lee.) "Persona adulta se necesita para todo tipo de cobranzas." CARMELO.- Bueno... Si lo del pescadero no te gusta y las cobranzas te dejan... Para mí es lo mismo. (A María.) ¿No?
CHICHO.- (Sin dejar de leer.) No es para mí. Pensaba en la Nona.
CARMELO Y MARÍA.- ¿En la Nona?
CARMELO.- ¡No Chicho!
MARÍA.- Yo me voy a dormir. ¿Vamos, Carmelo?
(María sale. Carmelo se pone de pie.)
CARMELO.-Y ya sabes, mañana le hablo al pescadero.
CHICHO.- ¡Para un poquito! (Obliga a Carmelo a sentarse.) Lo de las cobranzas no va. Está bien. Pero tiene que haber otra cosa.
CARMELO.- Déjate de líos.
CHICHO.- ¡Es increíble la falta de oportunidades que hay en este país!
CARMELO.- Pero escúchame, Chicho... ¡tiene cien años! ¿Dónde va a conseguir laburo?
CHICHO.- ¿Y por qué no? La gente, cuando no trabaja, se muere. Además, acá se aburre todo el día. ¿Y en lo del pescadero? Según vos, es un trabajo tranquilo.
CARMELO.- Pero tenés que levantarte a las cuatro de la mañana.
CHICHO.- ¡Ah, y me lo queres encajar a mí!
CARMELO.- Pero escúchame, es un laburo ideal. Haces el turno de la mañana. De cinco a una.
CHICHO.- ¡Ocho horas!
CARMELO.- Tenés toda la tarde libre.
CHICHO.- Yo a la tarde no puedo componer, Carmelo.
CARMELO.- Bueno... ¡qué sé yo! Por ahí te puedo conseguir el turno de la tarde. (Se pone de pie.) Y me voy a dormir.
CHICHO.- ¡Para un cacho! (Con gesto de descubrimiento.) ¡Ya está! ¿Pero cómo no se nos ocurrió?
(Carmelo lo mira.)                                       
CHICHO.-La jubilamos.  
CARMELO.- ¿A la Nona?
CHICHO.-Y claro. ¿Cómo se llamaba aquel amigo tuyo que era gestor?
CARMELO.- ¿Y jubilarla de qué? Si la Nona nunca laburó.
CHICHO.- Qué sé yo... (Piensa rápidamente.) Profesora de italiano.
CARMELO.- ¡Pero vos estás loco!
CHICHO.- Bueno... eso se piensa. Hablale a tu amigo.
CARMELO.- ¡No! Además, la jubilación es una miseria. ¡No, Chicho, no! Y me voy a la cama.
NONA.- Bonyiorno.
CARMELO.- ¡Nona! ¿Qué hace levantada?
NONA.- Vengo a manyare el desachuno.
CARMELO.- ¿Qué desayuno?
NONA.- El desachuno. E la matina.
CARMELO.- ¿Qué matina? Son las diez de la noche.
NONA.- (Enojada) Ma, ¿y la luche?
CARMELO.- (Mira a Chicho.) La luche... ¿Qué luche?
NONA.- (Más enojada.) ¡La luche! ¡II giorno!
CARMELO.- Es la luz eléctrica, Nona. Mire... (Usa el interruptor) ¿No ve que es de noche?
NONA.- Ma... tengo fame.
CARMELO.- Hace quince minutos que terminó de comer.
NONA.- ¿Quince minutos? Con razón. ¿No teñe un cacho de mor­tadela?
CARMELO.- Es hora de dormir, no de comer.  ¡Va...! Vamos a la cama.
NONA.- (Se sienta a la mesa.) Ma... ya que estamo. El desachuno.
CARMELO.- (Fastidiado.) ¡Qué desayuno ni desayuno! ¡Vamos! (La toma como para levantarla).
 CHICHO.- Para, Carmelo... (Acaricia la cabeza de la Nona.) Nonita...
NONA.- Dame un cacho de mortadela.
CHICHO.- Sí, Nonita, sí... Carmelo, hacele un sandiwch a la Nona. Y después se va a la cama, ¿eh?
(La Nona dice que sí con la cabeza y Carmelo comienza a preparar el sandwich.) (Apagón)
CARMELO.- (Sale de su habitación.) Buen día.
CHICHO.- Buen día.
CARMELO.- Eh… ¿Qué turno preferís? ¿El de la mañana o el de la tarde?
CHICHO.- (Alarmado.) ¡Para... para! (Observa que nadie escuche) Escúchame... escúchame bien, ¿eh? (Se acerca como para una confidencia.) ¿Y si la hacemos... yirar?
CARMELO.- ¿Hacerla qué?
CHICHO.- (Carraspea y hace un gesto cómplice.) Yirar... Hacer la calle.
(Carmelo lo mira.)
 CHICHO.- A la Nonita...
(Carmelo agarra a Chicho por el cuello.)
CARMELO.- ¿Qué decís?
CHICHO.- ¡Para... soltá!
CARMELO.- Nuestra familia fue siempre decente. Pobre, pero decente.
CHICHO.- ¡Para! (Logra soltarse.)No te pongas moralista, Carmelo. Hoy en día nadie vería mal una cosa así.
CARMELO.- ¿Pero cómo vamos a hacer yirar a la Nona?
CHICHO.- Escúchame... Puede andar un vagón.
 CARMELO.- ¿Pero quién va a querer...? (Señala hacia la pieza de la Nona.)
CHICHO.- ¿Quién va a querer? Está lleno de degenerados, Carmelo. Los tiempos cambiaron. En Suecia andan con los perros. ¿Sabías?
CARMELO.- (Hace un gesto de sorpresa.) ¿Cómo con los perros?
CHICHO.- ¡Como lo oís! ¡Con los perros! Y bueno... Entre un perro y... (Señala hacia la pieza de la Nona.) ¿Por qué no? Y ella se puede divertir.
CARMELO.- ¡Pero no, Chicho! ¡Estamos todos locos! ¿Cómo noso­tros... de qué manera...?
CHICHO.- ¿De qué manera? Como se hacen estas cosas. La paras en el cruce a las tres de la mañana, con una pollerita... Escúchame: los que vienen en banda y medio mamados agarran cualquier cosa.
CARMELO.- ¡Pero no, Chicho, termínala! Hoy mismo le hablo al pescadero.
(Carmelo sale hacia la calle. Un instante después entra la Nona agitando la bolsita de papas.)
NONA.- Papa frita. (Chicho la mira.)
NONA.- Papa frita, Chicho.
(Chicho la sigue mirando mientras la Nona agita la bolsa vacía De pronto, se acerca a la Nona y le acaricia la cabeza.)
CHICHO.-Nona... Nonita... ¿No quiere que salgamos a dar un paseo?
NONA.- ¿Paseyata?
CHICHO.- Eso. Una paseyata, ¿eh? (La Nona niega con la cabeza.)
CHICHO.-A tomar un poquito de sol... (La toma) A la placita, ¿eh?
(La Nona niega con ¡a cabeza.)
CHICHO.-Vamos... le va a hacer bien. Necesita caminar un poco. (Hace más presión)
 NONA.- ¡Me va fangulo! Dame papa frita.
CHICHO.- (La suelta.) Bueno, Nona, bue... Está bien. (Se pasea pensativo.) Me voy solo. Me siento a tomar sol... me compro una bolsa grande de pochoclo... (La mira de reojo.)
NONA.- (Se le ilumina el rostro.) ¿Pochoclo?
CHICHO.- Una bolsa bien grande. Y me la voy a comer toda.
NONA.- ¿Me va a traer pochoclo?
CHICHO.- ¡Ah, no...! Ahora... si quiere venir conmigo, la convido.
(La Nona se pone de pie.)
CHICHO.- Muy bien, Nonita.
(Chicho la toma por el hombro y se dirigen hacia la salida.)
CHICHO.- Un lindo paseíto, ¿eh?
NONA.- (Se detiene.) ¿Y el pochoclo?
CHICHO.- El pochoclo, claro.
NONA.- ¿Una bolsa bien grande?
CHICHO.- Grande. Bien grande.
NONA.- Y quiero lupines, también.
CHICHO.-No existen más los lupines, Nona.
NONA.- ¡Quiero lupines!
CHICHO.- Está bien. Vamos a ver si conseguimos.

TELÓN

Acto segundo

(Se ilumina la cocina. En escena están Carmelo, que se pasea nerviosamente de un lado para otro; Anyula reza el rosario sentada en un rincón; Chicho está acodado en la mesa, con la cabeza entre las manos. Un instante después ingresa María desde la calle.)
MARÍA.- En el barrio nadie sabe nada.
CHICHO.- (Lloroso.) Mi Nonita...
CARMELO.- ¡Vos también, Chicho!
CHICHO.- Y fue por darle el gusto. Me dijo: "Chicho, sácame a pa­sear; nunca salgo; todo el día metida aquí adentro".
MARÍA.- Raro... Hace años que no dice de salir.
CARMELO.- ¿Te dijo que quería salir?
CHICHO.- ¡Créeme, Carmelo! "Quiero caminar un poco." ¿Y qué cosa más linda que salir a caminar con la Nona?
CARMELO.- Está bien. La llevaste a la plaza... ¿Y?
CHICHO.- Y bueno... Al rato me dijo que se aburría. "¡Siempre esta plaza!, ¡siempre esta plaza...! ¡Salgamos un poco del barrio!"
CARMELO.- ¿Y?
CHICHO.- Y bueno... empezamos a caminar.
CARMELO.- ¿Para dónde?
CHICHO.- (Señala imprecisamente.) Para allá.
CARMELO.- Para allá, ¿dónde?
CHICHO.- Por la avenida... Todo derecho.
CARMELO.- ¿Y?
CHICHO.-Y bueno... Charlando, charlando... llegamos al Italpark.
CARMELO.- ¿Al Italpark? ¡Pero son como doscientas cuadras!
CHICHO.- Es que la conversación venía interesante. ¡Pero no camina­mos todo el tiempo! Quiso tomar un colectivo... después otro... Y cuando vio el Italpark... "Chicho -me dijo-, quiero dar una vuelta en la montaña rusa."
CARMELO.- ¿La montaña rusa? ¿Y qué sabe la Nona de...?
MARÍA.- Se pudo haber muerto de un susto.
CHICHO.- ¡No, María...! Le hice dar tres vueltas y se divertía.
CARMELO.- Sos un inconsciente, Chicho. (Breve pausa.) ¿Y después?
CHICHO.- ¡Después se le ocurrí ó comer pochoclo...! ¡Y ahí fue el error! Le dije: "No se mueva de aquí que le voy a comprar". Cuando volví... (Llora.) Seguro que se perdió para siempre.
CARMELO.- (Luego de una pansa.) Va a haber que avisar a la policía.
CHICHO.-Esperemos unos días.
(Carmelo se pone el saco y sale. Desde la calle ingresa la Nona con un globo rojo en una mano y una "manzanita" a medio comer en la otra.)
NONA.- ¡Bonasera!
(Chicho huye. María y Anyula se acercan a la Nona. Las luces iluminan la cocina vacía. Un instante después ingresa desde la calle Carmelo, evidentemente alterado.)
CARMELO.- ¡Chicho! (Se dirige a la habitación de Chicho. Abre la puerta y comprueba que está vacía. Vuelve a la cocina) ¡Chicho!
(Aparece María desde el interior de la casa.)
CARMELO.- ¿Dónde está Chicho?
MARÍA.- Salió. ¿No fue a la feria?
CARMELO.- ¿Cuánto hace que salió?
MARÍA.- Recién. Yo creí que iba a la feria.
CARMELO.- Le dije que el pescadero lo esperaba hasta las diez. Ah, pero me quedo acá a esperarlo y me lo llevo a patadas a la feria. Conmigo no va a joder.
(Abre el armario, saca la botella de grapa y una copita, y bebe. Del interior aparece Marta.)
 MARTA.- Hola, papá. ¿Qué haces a esta hora?
(María le hace un gesto y Marta advierte el estado de ánimo de su padre.)
MARTA.- Bueno, me voy.
MARÍA.- Supongo que hoy no estarás de turno otra vez.
MARTA.-Y... sí. Pero hasta las dos o tres de la mañana, nada más. Como anoche.
MARÍA.- ¡Ay, nena! Ese trabajo tuyo cada vez lo entiendo menos.
MARTA.- ¡Ya te expliqué! Los turnos son rotativos. Chau.
(Marta sale. Se hace una pausa.)
MARÍA.- ¿Qué quiere decir eso de turnos rotativos?
CARMELO.- (Que no ha escuchado nada de ¡o que habló.) ¡Conmigo no va a joder! (Mira la hora.) Encima me estoy perdiendo la mejor hora de venta.
MARÍA.- Todas las noches hasta las tres, cuatro de la mañana... Yo no sé…
(En ese momento ingresa Chicho, alegre y alzando los brazos con un gesto de victoria.)
CHICHO.- ¡Todo arreglado! ¡Todo arreglado!
CARMELO.- ¡Oíme, atorrante...!
CHICHO.- ¿Qué te pasa?
CARMELO.- ¿Cómo qué me pasa? ¿No tenías que estar a las diez en la feria?
MARÍA.- Cálmate, Carmelo.
CHICHO.- ¿Pero no te digo que está todo arreglado? Carmelo... ¡Todo arreglado! La solución para todos. Serví una copita. (Carmelo le sirve y lo mira expectante, al igual que María. Chicho bebe.)
CHICHO.- (Triunfal.) ¡La casamos!
CARMELO.- ¿A quién?
CHICHO.-A la Nona. ¿A quién va a ser? ¡Cómo no se nos ocurrió antes!
CARMELO.- ¿Pero vos estás mamado?
CHICHO.- ¿Por qué? Ya tengo el candidato y todo.
(Ambos lo miran. Pausa.)
CHICHO.- Don Francisco, el del kiosco.
MARÍA.- Es muy joven para ella.
CHICHO.-Tiene como ochenta años.
MARÍA.- El hombre tiene que ser mayor.
CHICHO.- Pero ¿y qué quieren? ¿Que consiga uno de ciento cuatro?
(Se hace una pausa. Carmelo se sirve y bebe, mientras piensa en el proyecto.)
CARMELO.- ¿Hablaste con él?
CHICHO.- Por supuesto. Vengo de eso.
CARMELO.- ¿Y?
CHICHO.- Está de acuerdo.
MARÍA.- ¿Se quiere casar con la Nona?
CARMELO.-(A María.) ¡Para! (A Chicho.) ¿Qué le dijiste?
CHICHO.- Bueno... que precisaba una mujer. Me dijo que sí, que se sen­tía solo. Y yo le dije que tenía una candidata. De la familia.
CARMELO.- La Nona.
CHICHO.- Bueno... prácticamente se lo di a entender. (Carmelo lo mira significativamente.)
CHICHO.- Carmelo, estas cosas se hablan así. Esta noche tenemos que concretar.
(Carmelo se queda pensativo.)
CHICHO.- (Tímidamente.) Yo creo que es la solución ideal.
CARMELO.-No sé... Don Francisco es una buena persona; tiene plata. Bah, eso se dice. (Bebe un trago.) Está bien. Habla con él. Pero es tu última oportunidad. Si fallas, a la feria. ¡Y doble turno!
CHICHO.- Otra ventaja que vamos a tener son los fasos gratis.
CARMELO.- Eso no me interesa. A mí, con tal de que le dé de morfar a la Nona me basta.
MARÍA.- Pobre Anyula.
CHICHO.- ¿Qué pasa con Anyula?
MARÍA.-Anyula lo quiso siempre al Francisco. Y en una época parecía que él... Bueno...
CARMELO.- Esa es otra historia.
MARÍA.- Digo, nomás. Parece ser que la Nona se opuso.
CARMELO.- Bueno, hay que ver...
MARÍA.- ¡Eso es cierto! Anyula me lo contó una vez. Aparte, la Nona hizo siempre lo posible para que Anyula no se case. Desde chica le corrió los candidatos.
CARMELO.- Esa historia a nosotros no nos interesa. Es cuestión del Francisco; él elige, y elige a la Nona. Esto queda entre nosotros, ¿estamos? Hay que engancharlo al Francisco.
CHICHO.- Vos déjalo por mi cuenta.
CARMELO.- Pero oíme... ¡Eso sí! Yo quiero la cosa legal, ¿eh?
CHICHO.- (Ofendido.) No tenés que decírmelo, Carmelo. Se trata de la Nonita.
CARMELO.- Con libreta y con todo. Y vamos a hacer una gran fiesta.
CHICHO.- (Lagrimeando.) Se nos casa la Nona. Se nos casa la Nonita.

(Salen todos. Chicho va hacia el teléfono. Marca.)
DON FRANCISCO: Hola
CHICHO: Don Francisco, le habla Chicho. ¿Cómo está? ¿Estuvo pensando lo que hablamos?
DON FRANCISCO.- Estuve meditándolo y la verdad es que estoy muy solo, para qué lo voy a negar, ella me gusta mucho… aunque la diferencia de edad…
CHICHO.- Vamos. No se va a fijar en eso. Lo importante es el com­pañerismo.
DON FRANCISCO.- Ella es un manjar, pero yo necesito una mujer de mi edad.
CHICHO.- Bueno... Añitos más, añitos menos, ¿eh? Además, la mujer madura tiene más experiencia... Es mujer y madre. ¡Bue! Ya está decidido. Habrá que fijar la fecha.
DON FRANCISCO.- Espera... estas cosas hay que hacerlas bien. Antes quiero hablar con la madre.
CHICHO.- Con la hija, dice usted.
DON FRANCISCO.- Con doña María.
CHICHO.- La nieta.
DON FRANCISCO.-Yo quiero hablar con doña Ma­ría y don Carmelo. Lo que importa es lo que dicen los padres. Así se hacía en mi pueblo.
CHICHO.-Ah... usted dice... Claro. Usted quiere pedir la mano de Martita.
DON FRANCISCO.- ¡Eh! ¿Y de quién estuvimos hablando todo este tiempo? ¿De su abuela?
CHICHO.- No, claro, claro... (Hace tiempo mientras piensa.) Sí, eso de la diferencia de edad es grave. Martita tiene veinte años... solo quiere divertirse.
DON FRANCISCO.- No se preocupe. Conmigo va a marchar derecho.
CHICHO.- No don Francisco, usted no va a poder. Es cierto, necesita una mujer mayor, que lo escuche y sea callada, que lo atienda y atienda el kiosco.
DON FRANCISCO.- ¿Anyula?, ¿Sabía que ella me gustaba cuando éramos jóvenes? Pero su madre (Hace cuernos con los dedos.) nos separó. Es su abuela, lo sé, pero ella nos arruinó.
CHICHO.- (Piensa rápido.) Celos. Ella estaba enamorada de usted… Y todavía lo está. (Don Francisco lo mira sorprendido.) Cásese con ella.
DON FRANCISCO.- ¿Con la vieja? ¡Estás loco! ¿Por qué lo voy a hacer?
CHICHO.- Escúcheme… (Simulando tristeza.) La Nona está muy enferma. Los médicos no le dan más de un mes de vida. Démosle un poco de felicidad en sus últimos días.
DON FRANCISCO.- Por suerte. Es por tragar tanto veneno. Lo siento de nuevo.
CHICHO.- Por favor, don Francisco.
DON FRANCISCO.- ¡No! ¿Además, qué gano yo con eso?
CHICHO.- ¿Qué gana? (Hace tiempo mientras piensa.) Venga, acérquese… la herencia.
DON FRANCISCO.- (Se le ilumina el rostro.) ¿Herencia?
CHICHO.- (Asiente en silencio.) media Catanzaro es de ella.
DON FRANCISCO.- ¿Media Catanzaro es de la Nona? Nunca se dijo.
CHICHO.- Ella lo ocultó siempre porque nunca pudo ir a buscar la plata.
DON FRANCISCO.- ¿Y por qué no fue?
CHICHO.- (Piensa.) Le da miedo volar. Pero eso no importa. Lo importante es que, si ella muere…
DON FRANCISCO.- Cobran la plata.
CHICHO.- Exacto. Piénselo, don Francisco; es menos de un mes y después... lo que usted quiera. Con toda esa fortuna, a Martita la va a tener que echar de la pieza. Bue... (Chicho hace un ademán de salir.)
CHICHO.- Bueno... Entonces ya está decidido.
DON FRANCISCO.- Está bien.
CHICHO.- Eso sí, va a tener que ser cuanto antes. Si ya casi no come.
DON FRANCISCO.- Entonces conviene hacerlo rápido. Si está tan mal…
CHICHO.- Bien don Francisco. Hace lo correcto. Créame. Véngase mañana a las once así almorzamos antes.
DON FRANCISCO: A las once estoy por ahí…

TELÓN

Acto segundo

NONA.- ¿Si manya ya?
(Nadie le contesta. Carmelo abre la heladera y saca una gran fuente cubierta por una servilleta. La Nona roba un pan y es sorprendida por Carmelo, que se lo saca de la mano v lo de­vuelve.)
CARMELO.- ¡Largue, Nona! Ya va a comer el asado.
NONA.- iMa... de acá a la hora de mayare. No está fato el fuoco ancora.
CARMELO.- El fuego ya está. Dentro de un rato comemos.
(Ingresa María trayendo una mantilla y un par de zapatos.)
CARMELO.- (A María.) Anda preparándola. (Sale hacia el fondo.)
MARÍA.- Venga. Nona. Tiene que ponerse linda. (La Nona niega con la cabeza.)
NONA.- Pochoclo.
MARÍA.- No hay pochoclo. ¡Vamos! (La Nona niega con la cabeza.)
NONA.- Papa frita.
MARÍA.- Tampoco. Ahora vamos a comer.
NONA.- Dulce de leche.
(María suspira con un gesto de cansancio. Abre la heladera y se fija.)
MARÍA.-No hay dulce de leche. (La mira.) ¿Mayonesa?
NONA.- Mayonesa.
(María saca un frasco de mayonesa y una cuchara, y se los entrega a la Nona. Luego la sienta en una silla y le cambia la mantilla y los zapatos, mientras la Nona devora el frasco de mayonesa.) MARÍA.- Tiene que ponerse linda. Se va a cambiar de mantilla, ¿eh? Y se va a poner los zapatos.
NONA.- ¿E mi cumpleaño oyi?
MARÍA.-No, falta todavía. Pero estamos de fiesta.
NONA.- (Alegre.) ¡Festa, festa!
(Aparece Chicho vestido con lo mejor que tiene.)
CHICHO.- (Alegremente.) Ah, Nonita... qué pinta. Parece diez años más joven. (Se da cuenta de que no es mucho.) ¿Qué? Veinte... treinta. No le dan ni setenta años.
NONA.- ¡Festa, festa, Chicho!
CHICHO.- Fiesta, sí.
(María sale hacia el interior llevando la mantilla. Al mismo tiempo aparece Carmelo.)
CHICHO.- Che, Carmelo, mira la Nonita.
CARMELO.- (Lleva a Chicho a un costado.) Francisco no fallará, ¿no?
CHICHO.- ¡Corno va a fallar!
CARMELO.- Si a las dos tenemos que estar en el civil, hay que comer temprano. (Pausa. Mira a la Nona.) ¿No será mejor decirle algo?
CHICHO.- ¿Te parece?
CARMELO.- Y... digo... A ver si mete la pata en el civil.
CHICHO.- Está bien, yo me ocupo. Anda a atender el asado.
(Carmelo sale hacia el fondo.)
NONA.- Carmelo... la moyequita córtala bene finita.
CHICHO.- (Acaricia a la Nona.) Nonita...
NONA.- Vamo al fondo. Cherca del fuoco. (Se encamina hacia el fondo.)
CHICHO.-Ahora van a traer la picadita.
(La Nona se detiene. Chicho la sienta y se ubica frente a ella.)
CHICHO.- Nonita... La de la mirada dulce. Esos ojos que han visto nacer árboles y morirse para volver a nacer.
NONA.- ¿Van a traer la picadita?
CHICHO.-Ya va... ya va... ¿Le dijeron quién va a venir hoy? (La Nona niega con la cabeza.) El Francisco. ¿Se acuerda?
NONA.- Ese mascalzone.
CHICHO.- Es un buen muchacho, Nona. Y a usted la quiere mucho. (La Nona lo mira, falsamente pícaro.) Y me parece que a usted le gusta también.
NONA.- La picadita, Chicho.
CHICHO.- Le decía, Nona... usted tendría que pensar en el futuro... asegurarse un porvenir. Algún día podemos faltarle y... (Mira a la Nona esperando una reacción.)
NONA.- (Algo enojada.) ¿Y la picadita?
CHICHO.- ¡La puta que lo parió con la picadita! (Le da un pan mientras le acaricia la cabeza para calmarla.) Vaya masticando.
(Se hace una pausa. La Nona mastica, Chicho sigue acaricián­dola mientras piensa.)
CHICHO.- Pero este Francisco es un gran muchacho, ¿eh? (Mira a la Nona y espera.) Es italiano. Y está muy bien. Tiene un kiosco cerca de la estación. Si lo viera... Lleno de chocolates...
(Los ojos de la Nona se iluminan.)
NONA.- ¿Chocolata?
CHICHO.-Uf. Tiene una pieza llena. Del blanco, del esponjoso... rellenos de dulce de leche... caramelos de naranja... pastillas de menta... maní con chocolate...
NONA.- ¿Va a venir el Franchesco?
CHICHO.- Debe estar por llegar. Va a comer un asadito con nosotros... Después vamos a ir todos a ver a un señor a una oficina y... (Cau­teloso.) Esta noche se la lleva al kiosco. Usted se va con él.
NONA.- ¿Me va a daré la chocolata?
CHICHO.- Lo que usted pida.
(Suena el timbre, Carmelo se acerca a la puerta, ingresa don Francisco, vestido de traje azul y con un ramo de flores en una mano y una caja de bombones en la otra. Del interior aparece Marta.)
CARMELO.-Adelante, don Francisco.
DON FRANCISCO.- ¿Cómo le va, Carmelo? (Lo saluda.) Hola, Chi­cho. (Mira a ambos lados.) ¿Y Martita? (En ese momento la ve aparecer.) Martita...
MARTA.- ¿Cómo está, don Francisco? (Le da la mano.)
DON FRANCISCO.- Supongo que ahora que voy a ser tu... (Mira a los demás.)
CARMELO.- Bisabuelo.
DON FRANCISCO.- Bueno... bisabuelo. Te puedo dar un besito, ¿no?
(La besa algo cargosamente. Chicho lo toma del brazo y lo separa de Marta.)
CHICHO.- Bueno, don Francisco. Ahora tiene que saludar a la... novia.
DON FRANCISCO.- Sí... sí, por supuesto.
(Don Francisco, rodeado por lo demás, se va acercando a la Nona, que permaneció ajena a la escena y sigue masticando. Francisco se planta frente a ella y le hace una reverencia.)
CARMELO.- ¿Vio quién vino, Nona?
NONA.- El Franchesco.
(Don Francisco le tiende el ramo de rosas.)
NONA.- (Enojada.) ¿Cosa e? ¿Y la chocalata?
(Chicho, rápidamente, toma el ramo de rosas de la mano de Don Francisco, le saca la caja de bombones y la coloca sobre el regazo de la Nona.)
CHICHO.-Aquí tiene. Nona. (A Francisco.) Las rosas le traen malos recuerdos. Siéntese, don Francisco. (Lo sienta al lado de la Nona, que come los bombones.)
CARMELO.- Permiso, don Francisco. Voy a atender el asado. Trae pan para los chorizos, María. Vos, Chicho, servile un poco de vino a don Francisco. (Carmelo y María salen hacia el fondo.)
DON FRANCISCO.- (Señala una silla junto a él.) Vení acá, Martita. A mi lado.
MARTA.-Tengo que terminar de arreglarme.
(Marta sale hacia el interior. Chicho le tiende un vaso de vino a Don Francisco. Se queda un instante mirando a Don Francisco y a la Nona.)
CHICHO.-Y bue... Díganse sus cosas.
(Chicho da unos pasos hacia el interior. Don Francisco se le­vanta y se le acerca.)
DON FRANCISCO.- No sé qué decirle.
CHICHO.- Háblele de sus cosas. Del kiosco, por ejemplo. De las cosas que tienen en el kiosco. Eso le va a interesar mucho. (Lo palmea.) Háblele de su mundo, don Francisco.
DON FRANCISCO.- Y de Catanzaro, ¿no podemos hablar?
CHICHO.- ¡Ni se lo nombre! Va a pensar que se casa por interés, ¿me entiende? Ella no sabe que usted sabe. Una vez que se casen... (Ahora levanta la voz.) Bue... Ustedes tienen mucho que hablar.
(Chicho sale hacia el fondo. Don Francisco se queda un instante mirando a la Nona, que mastica, con la mirada fija en el suelo. Toma el vaso de vino y finalmente se sienta junto a ella. Se hace una larga pausa, durante la cual Don Francisco piensa cómo iniciar la conversación.)
DON FRANCISCO.- ¿Están ricos los bombones? (La Nona asiente.) Son de mi negocio.
NONA.- ¿Traquiste má?
DON FRANCISCO.-No... Pero mi negocio está lleno.
NONA.- ¿Me va a llevar cuesta sera?
DON FRANCISCO.- Sí... sí... claro. (Tímidamente, le pasa el brazo a la Nona por el hombro.)
NONA.- ¿E qué me vas a dar?
DON FRANCISCO.- (Más confundido.) Lo que usted me pida.
NONA.- ¡ Chocolata!
DON FRANCISCO.- Ah, sí... sí...
(Se hace una larga pausa, durante la cual Don Francisco queda con el brazo sobre el hombro de la Nona, y esta sigue mastican­do. Finalmente, Don Francisco mira hacia ambos lados para comprobar si están solos.)
DON FRANCISCO.- (Repentinamente.) Catanzaro. (La Nona gira la cabeza y lo mira, sin dejar de masticar. Don Francisco la mira a ella esperando la reacción.) ¿Se acuerda de Catanzaro?
(La Nona dice que sí con la cabeza.)
DON FRANCISCO.- (En voz baja.) ¿Y qué tiene en Catanzaro?
(La Nona lo mira y mastica.)
DON FRANCISCO.- ¿De qué se acuerda?
NONA.-Catanzaro... Buon vino.
DON FRANCISCO.-- Vino. ¿Tiene viñedos?
NONA.- La pasta.
DON FRANCISCO.- Fábrica de pasta.
NONA.- (Niega con la cabeza.) Marisco.
DON FRANCISCO.- Astilleros... Pezcan... Tienen barcos pesqueros...
NONA.- Se pezcan e se manya. (Ríe.)
 DON FRANCISCO.- (Aprieta con alegría a la Nona.) Nonita.
(En ese momento ingresa Chicho trayendo una fuente con choripanes.)
CHICHO.- ¡Bueno, bueno! Perdón si interrumpo, pero los chorizos ya están.
(La Nona se mete rápidamente en el bolsillo los bombones que aún quedan en la caja. Toma un choripan y se pone a comer. Carmelo y María ingresan detrás. Don Francisco abraza a Chicho.)
DON FRANCISCO.- Chicho querido… (Ríe y besa a Chicho.) ¡Chicho querido! La fábrica de pasta es para vos.
CHICHO.- (Desconcertado.) ¿No será mejor que pare de chupar, don Francisco? Mire que a las dos tenemos que estar en el civil.
(Don Francisco observa a la Nona, que toma otro choripan y deja de reír.)
DON FRANCISCO.- Escuche... La salud de la Nona... Usted me dijo que está muy mal.
CHICHO.-Anoche casi se nos queda. Tuvimos que hacerle respira­ción boca a boca.
DON FRANCISCO.- (Mira a la Nona, que come vorazmente.) Ma... come bien.
CHICHO.- La mejoría de la muerte.
DON FRANCISCO.- A ver si se nos queda ahora.
CHICHO.-No... hasta esta noche aguanta seguro, pero ya... (Hace un gesto fatídico.)
NONA.- ¡Chimichurri!
CHICHO.- (Para distraer a Francisco toma la bandeja.) Meta otro choripan, don Francisco.
(Carmelo, María y Anyula han llegado desde el fondo trayendo diversas cosas y rodean la mesa.)
CHICHO.- Un brindis. ¿A ver?
(Todos levantan los vasos, menos la Nona, que sigue comiendo aje­na a todo, y Anyula, que se aparta con un gesto de tristeza.)
CHICHO.- ¡Por los novios!
(Todos dicen "por los novios". Anyula se toma la cara y sale llorando hacia el interior. Don Francisco la mira irse.)
CHICHO.- (A Francisco.) Déjela... Ahora se mete en la pieza y em­pieza a chupar... ¡Un desastre!
DON FRANCISCO.- ¡Qué barbaridad!
CHICHO.- Bueno, bueno... (Levanta la copa.) ¡Otro brindis!
MARÍA.-A ver el novio...
DON FRANCISCO.- (Levanta su copa.) ¡Por Catanzaro!
(Nadie, salvo Chicho, entiende mucho, pero todos levantan el vaso.)
CARMELO.- Brinde, Nona. (La Nona mira a Carmelo y mastica.) Brinde, don Francisco.
(Don Francisco queda con el vaso extendido. Se hace una pausa. Don Francisco mira a Chicho reclamando una explicación.)
CHICHO.-Y... es un día muy especial para ella.
MARÍA.- (Toma el vaso de la Nona y se lo entrega.) ¡Vamos, Nona!
(La Nona toma el vaso y lo levanta. Todos aplauden y dicen "muy bien". Cuando las voces se callan, se escucha a la Nona.)
NONA.- ¡Feliche año nuovo!
(Apagón rápido.)

Acto tercero

Francisco trae a empujones a la Nonna.
Francisco: Se las devuelvo!!!!! Esta mujer es un agujero negro del universo, todo lo que pasa cerca lo deglute… Ya se tragó toda la mercadería del negocio… hasta los cigarrillos se comió: los picó, les puso pesto, y ¡adentro…!
Carmelo: Pero, Don Francisco, espere, espere…

NONA.- U pane.
(María le alcanza pan.)
NONA.- Formayo.
(Anyula le sirve queso. Golpea el borde del vaso, indi­cando que quiere vino. Marta le sirve.)
NONA.- Escabeche.
(Saca un frasco del armario y lo coloca en la mesa, María coloca un plato frente a Carmelo.)
CARMELO: ¿Y?
CHICHO.- Nada… Y mira que anduve, ¿eh?
CARMELO.- ¿A qué hora saliste?
CHICHO.- Temprano.
MARÍA.-A las siete de la tarde.
CARMELO.- ¿A las siete?
CHICHO.- Es la mejor hora... La de más concentración.
CARMELO.-Todavía no son las nueve. Menos de dos horas.
CHICHO.- Y bueno... Es el primer día.
CARMELO.- ¿Y qué saliste a vender?
CHICHO.- (Luego de una pausa, solemne.) Biblias.
CARMELO.- ¿Cómo biblias?
CHICHO.- Biblias... (Carmelo lo mira.)
CHICHO.- ¿Y qué queres? Me dio biblias. Dos horas pateando y... nada. Me recorrí todos los bares de la avenida.
ANYULA.- Es que está lleno de ateos.
CHICHO.- ¡Eso, tía! ¡Ateos! (A Carmelo.) Si hasta me paré un rato en la puerta de la iglesia... Nadie, ¿me queres creer? Y a las ocho y media de la noche. Buena hora.
CARMELO.- (Conteniéndose.) Mañana vas a salir a las siete de la mañana.
CHICHO.- Mañana no. Ahora hasta el miércoles que viene...
CARMELO.- ¿Cómo hasta el miércoles que viene?
CHICHO.- Y, es así. Una vez por semana. Por contrato.
(Carmelo, irritado, se levanta y se dirige a su habitación.)
CHICHO.- ¿Qué le pasa a este?
MARÍA.- Tuvo que vender el puesto. Eso pasa. ¿Le parece poco?
CHICHO.- ¿Vendió el puesto?
MARÍA.- Toda una vida de trabajo.
MARÏA.- ¡Es increíble! Un hombre como él... ¡Mírelo cómo está! ¡Destruido!
CHICHO.- Pero ¿y yo qué tengo que ver...?
MARÍA.- ¡Sí que tiene que ver! Si usted hubiera trabajado, no estaría como está.
CHICHO.-Y bueno... Hoy empecé.
MARÍA (suelta una carcajada)
(La Nona golpea el vaso. Chicho le sirve vino.)
CHICHO.- Pero ahora resulta que yo soy el culpable de todo... Yo no pido nada. ¿Cuándo te pedí algo, Carmelo? Yo solo tengo mi música.
MARÍA.- ¡Su música! ¡Qué música! Nunca compuso nada. Usted es un fracasado, eso es lo que es. ¡Un fracasado!
CHICHO.- (Dolorido.) Eso no, María... Un fracasado, no.
(Chicho se pone a llorar y corre a su cuarto. Carmelo hace un gesto de rabia, se pone de pie y se encamina hacia la salida.)

TELÓN

Acto cuarto:
Aparecen sentados en dos cajones de manzanas, tomando algo.
MARÍA: Ojo, que está caliente el mate cocido. Azúcar no hay, lo lamento…

CARMELO.- Lo único que nos queda es hipotecar la casa. Yo ya em­pecé los trámites. Pero igual... de aquí a que nos den la plata...
MARTA.- Papá... Yo quería decirte algo... Me ofrecieron otro trabajo. Más lindo que el de la farmacia y donde puedo ganar mejor...
(Todos la miran.)
MARTA.- Bueno, lo único es que no sé cómo lo tomarán… Es de artista, modelo... algo así. Es en un pub, ¿no? Y yo tengo que ir ahí y charlar con la gente... Es de noche, pero si a ustedes les parece...
(Se hace una pausa. Carmelo, María y Chicho cruzan miradas significativas. Chicho hace un gesto afirmativo a Carmelo.)
CARMELO.- Está bien, nena. Si te pagan mejor...
MARÍA.- Al final, en esa farmacia siempre de turno.
MARTA.- ¡Buenísimo! (Marta besa a la madre y al padre.)
CARMELO.- La Martita es de fierro. No quiso estudiar, pero...
ANYULA.-Y qué suerte que le paguen por conversar, ¿no?

TELÓN

Acto quinto:

La Nonna sentada en un único cajón de manzanas.
NONA: Eh, Cuesti hanno vendido tutto. ¿Quiereno redecorare? Ma, a mí no me importa… Mentre haya di manyare…
¡Qué fame! (Se toca el bolsillo, saca un pan y lo besa y lo alza hacia el cielo) Qui guarda, siempre tiene… ¡Amore mío!... (comienza a masticarlo… música y se cierra el telón.)
TELÓN



Fin.