miércoles, 21 de septiembre de 2016

Adaptación "Romeo y Julieta" de Shakespeare (en tono de comedia)

ROMEO Y JULIETA

Presentador: 1460. La ciudad de Verona está dividida por el odio entre dos familias. Los Capuletto y los Montesco. Es un odio ancestral. Atávico. El primogénito de la familia Montesco es un joven ingenuo y casto con muy poca experiencia que siente por primera vez en la vida, el llamado del amor. Una mañana, preocupado, Romeo Montesco visita a su confesor, Fray Lorenzo.

Introito
Relator: Sí. Los Capuletto y los Montesco se odiaban. No pasaba un día sin que una familia concretara una ofensa en contra de la otra.
 Niño Capuletto:  ¡Padre! ¡Madre! ¡Los Montesco han manoseado a la abuela!
Abuela Capuletto:  ¡Venganza! ¡Venganza!  ... cada injuria era contestada con otra injuria... 
Niño Montesco:  Padre mío... Los Capuletto han orinado en la puerta de calle.
Sr. Montesco: ¡Venganza! ¡Venganza!
Fray Lorenzo: ... el odio, engendraba el odio...
Niño Capuletto: ¡Madre! ¡Los Montesco le han enseñado palabrotas al perico!
Sra. Capuletto: ¡Venganza! ¡Venganza!
Relator: ... Una verdadera guerra sin cuartel...
Niño Montesco: ¡Padre! Los Capuletto andan poniendo apodos
Sr. Montesco:  ¡Venganza! ¡Venganza!
Relator: Pero pese a ese clima de odio y hostilidad los Capuletto se disponen a celebrar el cumpleaños de su hija Julieta con una gran fiesta de disfraces, lujo, buenas maneras y ostentación en el más fabuloso banquete que haya presenciado la ciudad en años.

Acto I
Escena I
Paris: ¿Cuándo podré conocerla?
Sr. Capuletto: Paciencia, hombre, que todavía no cumple los catorce años..
Paris: Ya me dijo que debo esperar dos años para casarme. Pero antes de eso (mira al público con gesto lujurioso) ¿no puedo conocerla… así, bieeeeeen de cerca? (se acerca la mano a la cara mientras pone la boca en gesto de besar, como si Julieta fuera esa mano)
Sr. Capuletto: (Ya van saliendo) Paciencia, hombre, paciencia…
Paris: ¿Usted sabe quien soy yo? ¿Conoce la riquezas que gozara su hija y toda su familia cuando nos casemos?
Sra. Capuletto: Claro, ¿Cómo no saberlo? Lo se de sobra. (Aparte) ¿Por qué cree que le concedi la mano de su hija?
Paris: Pues, entonces, porque no la entrega de una vez?
Sra. Capuletto: ¡Tiene 14 años! Deje que crezca un poco mas, hombre.
Paris: Mi paciencia se acaba. Preparela, porque en cualquier momento me canso de esperar y destino mi fortuna a otra niña…
(Salen. Entran la Sra. Capuletto, la Nodriza, Marian y Julieta)
Sra. Capuletto:  Hija, sé razonable, el hombre tiene fortuna…
Nodriza: Y no es feo, querida, te lo aseguro….
Marian: No te hagas la tonta, Julieta, si la otra tarde lo estuvimos espiando.
Julieta: ¡Sh Sh! ¡Cierra la boca, soplona!
Sra. Capuletto: (Como distraída) ¿Qué decían?
Marian: Nada, señora, nada.
Nodriza: Querida, tienes que tomar marido.
Julieta: Déjenme en paz. Lo único que yo quiero es ese shorcito, tan lindo, con los bolsillos saliendo por debajo, con la bandera de…
Sra. Capuletto: ¡Ah, otra vez con eso!  Esta chica nos va a fundir! ¿No te digo que necesitas casarte con ese hombre de fortuna?
Julieta: Pero me estás hablando de dos años… ¿Qué se yo qué voy a querer dentro de dos años? Hace dos años cosía vestiditos para mis muñecas. (Aparte, en complicidad con el público) Ahora  pienso (se señala de arriba abajo) cómo vestir a esta muñeca… ( Suelta una risa desenfadada).


Escena II
Maestra de cocina: Atención, señorita, lo primero que debe hacer es lavarse las manos.
Julieta: Sí, sí, eso saltéelo.
Maestra de cocina: No, niña, lávese las manos.
Julieta: (Metiendo las manos en la masa) Ya está, listo, se me limpiaron con la masa. Mire, están blanquitas.
Maestra de cocina: ¡No!
Marian: ¡Julieta!
Maestra de cocina: (Resignada, Dirigiéndose a Marian) Bueno, recemos para que nuestro pan no envenene a nadie.
Julieta: Más agüita que esto está como una piedra. (A Marian) Ahora tú, trae la harina. (Echa agua) (Marian se inclina debajo de la mesa y toma una bolsa de papel madera llena de harina) (Mientras Julieta muestra cómo se le va pegando las manos en la masa como un engrudo e intenta despegarse un trozo sacudiéndose, al hacerlo salpica para todos lados)
Julieta: ¡Marian! (Gritando) ¡Harina!
Marian: Ya voy, ya voy. (Se acerca y con una cuchara va poniendo sobre las manos de Julieta harina)
Julieta: ¡Más, más!
Maestra de cocina: Pero, niña, espera, sigue mis instrucciones.
Marian: Espera, Julieta (Julieta le tironea la bolsa con una mano y con la otra sostiene la mas que salpica) ¡Maestra! ¡Dígale algo!
Julieta: Algo, ¿Quieres que diga  algo? (Le pone la masa en la cabeza a Marian) Fíjate si no le falta harina, ahora ves porque te decía que pusieras mas harina, porque estaba pegajosa? (Aparte) ¡Veremos cómo se la despega!
Marian: (Llora) ¡Julieta, qué mala eres!
Maestra de cocina: ¡Julieta!¿Cómo se le ocurre, niña? ¡Usted está desaforada (Julieta le tira harina en la cabeza a Marian y Marian llora más fuerte)
Maestra de cocina: ¡Sra. Capuletto! ¡Sra. Capuletto!
Julieta: ¿Me vas a acusar con mi madre? Pues a esto le falta sabor (Toma dos huevos y se los parte en la cabeza a la maestra
(Entra la Sra. Capuletto)
Sra. Capuletto: Pero, ¿Qué ha pasado aquí Julieta?
Julieta: Nada madre, ¿No te encanta? ¡Aprendí a hacer pancitos!

Escena III
 (Se encuentran Fray Lorenzo, Romeo y Benalio)
Fray Lorenzo: ¿Otra vez, Romeo? Este chico es una pesadilla.
Romeo: No vengo a confesarle nada de Rosalía. Es otra cosa. Es que siento por primera vez en la vida el llamado del amor.
Fray Lorenzo: Ah... lo mismo dijiste cuando encontraste aquella chica de Mantua, y luego con la bailarina de Padua y más tarde con aquel mercenario Sarraceno.
Romeo: ¡Noooooo! Lo del mercenario fue… fue… (Acelerado y aflautada la voz) una linda amistad…
Fray Lorenzo: Eres demasiado soñador, Romeo... Y cambias de amor como de…
Benalio: No cambia de calzoncillo tan seguido, ¡se lo aseguro!
Romeo: No, padre,  esta vez es diferente, -¿Sabe?- El amor es maravilloso. (Haciendo ademanes con las manos)
Fray Lorenzo: ¡Oh! Ten cuidado hijo con las tentaciones del demonio.
Romeo: Usted no es el más indicado, Padre, para hablar del demonio. ¿Acaso no sabe lo que dicen de usted en el pueblo?
Fray Lorenzo:  No... ¿Qué dicen?
Romeo: Dicen que usted es uno de ésos.
Fray Lorenzo: ¿Eso dicen? Jajaja... eso no es verdad... mejor dicho, es verdad a medias. Sólo se ha apoderado de la mitad de mi persona. La otra mitad pertenece al Señor, lo cierto es que a veces no puedo evitar que el de abajo hable por mí... Es el famoso doble discurso, ¿sabes?
 Romeo: No me importa... yo no me meto en la política. Necesito que me ayude, padre... Me he enamorado de Julieta Capuletto...  ¿Usted la conoce?
Fray Lorenzo: Oh... si... esa niña tan dulce la he tenido en mis propios  brazos…  ¡Cómo me gustaría tenerla ahora en mis brazos! (a Romeo) No le digo? Ésa es la voz de abajo!
Benalio: ¡Ah, ya entiendo, la mitad que escucha al diablo es la del ombligo hacia el Sur!
Fray Lorenzo: Nada... nada hijo nada... ¿Cómo puedo ayudarte?
Romeo: Usted es su confesor... entra y sale de la casa de los Capuletto cuando quiere. Háblele de mí... dígale que soy muy inteligente...
Fray Lorenzo: Oh... no puedo mentirle tan descaradamente, hijo. Tú eres poco más que un adoquín.
Romeo: ¡No es cierto padre! ¡A los 12 años ya pelaba las naranjas solo! ¡Sométame a una prueba de inteligencia!
Fray Lorenzo: No vale la pena, hijo...
Romeo: ¡Insisto! Estoy harto de que todos en la ciudad digan que tengo la inteligencia de un gusano...
Fray Lorenzo: Bueno, hijo, algunos gusanos tienen una cierta picardía.
 Romeo: (hace gesto de envanecerse) Ya le decía que no soy ningún tonto. No soporto que me digan tonto... sería capaz de matar al que dudara de mi inteligencia. Vamos Padre, necesito demostrarlo. Hágame una prueba.
Fray Lorenzo: Bien hijo. ¿Cuántas manzanas eres capaz de comer en ayunas?
Romeo: Vamos padre... no hay manzanas en esta época. No trate de engañarme.
Fray Lorenzo : Está bien... está bien... ¿Cuántas nueces eres capaz de comer en ayunas?
Romeo: Digamos unas diez nueces...
Fray Lorenzo: ¡Oh, no hijo! Después de la primera ya no estás en ayunas. Pasaré a otra
pregunta. Si doy cinco pasos hacia adelante y dos hacia atrás, ¿Cuántos pasos he dado?
Romeo: Déjeme ver... cinco pasos... dos pasos.... ¡Lo tengo! ¡Tres pasos Fray Lorenzo! ¡Tres pasos!
Fray Lorenzo: Oh, no hijo... cinco pasos más dos pasos son siete pasos...
 Romeo: ¡No sea estúpido padre! ¡Ya basta de esto! Necesito que arregle una cita con Julieta...
Fray Lorenzo : No será fácil, hijo... ¿Sabes? Ese amor sólo traería sangre y dolor. Los Capuletto y los Montesco se odian a muerte...


Acto II: Fiesta de disfraces
Escena I:
Sr Capuletto: (A la señora Capuletto) Apura las cosas, mujer, que en cualquier momento llega el señor Paris.
Margarita: Señora, todo está dispuesto en la cocina.
Sra. Capuletto: ¿En la bodega?
Nodriza: También, seguramente muy dispuesto, además el Fray Lorenzo anda por allí, atendiendo las botellas.
 Margarita: Sra., aquí viene.
(Entra Paris, con aire de príncipe)
Sr Capuletto: Querido Paris, ¡Nuestro honor es inconmensurable!
Sra. Capuletto: Si, ¡Que bueno que ha venido! (A Margarita) Llama a Julieta.
(Entra Julieta con Marian)
Julieta: (Con desgano) Aquí estoy, ¿Qué pasa?
(Mientras la Nodriza y Marian bajan la vista y hacen reverencia ante Paris)
Paris: ¡Por fin la veo, señorita! Usted se me ha escondido como una perla en la ostra.
Pero ahora, que su faz luminosa se me muestra, brillan como mil soles.
Y tus ojos son dos curvas que iluminan cada una de mis noches.
Julieta: (A Marian) ¿Este me vio cara de farol?
Sra. Capuletto: (Cubredientes) ¡Niña!
Paris: No, querida.
Julieta: (A la Nodriza) ¿Este de donde me conoce para decirme “querida”?
Nodriza: Calla, Julieta. Es tu prometido un rico comerciante con el que vas a casarte.
Julieta: ¡Guacala!
Sra. Capuletto: (Apretándole el brazo) Sonríe, tonta. Ya te gustara, si te casas con él, te comprara la tienda completa de shorcitos.
Julieta: (Lo mira un segundo y dice) ¡Es lindo!

Escena II:
Sr. Capuletto: ¿Qué le pasa caballero? ¿No le gustan los porotos?
Fray Lorenzo: Oh, no es eso Sr. Capuletto... es que no tengo voluntad.
Sr. Capuletto: Aja... Veo que me ha reconocido a pesar de mi disfraz de oso carolina... Usted tampoco está mal con ese disfraz de cura...
Fray Lorenzo: No estoy disfrazado... soy Fray Lorenzo. A propósito... la careta de su esposa es impresionante
Sra. Capuletto: No llevo careta...
Fray Lorenzo:  ¡Oh! Cuánto lo siento, señora... Dígame... ¿Dónde está su bella hija Julieta?
Sra. Capuletto: Allí, junto a aquella ventana...
Fray Lorenzo: ¡Oh... Qué buen disfraz de vikingo!
Sra. Capuletto: Ese es mi sobrino padre... Julieta está al lado, con un vestido rojo
Fray Lorenzo: ¡Oh, sí! Ahora la reconozco. Ese vestido le sienta perfecto a su virginal personalidad adolescente…
Sr. Capuletto: ¡Fray Lorenzo! ¿Fray Lorenzo qué dice?
Fray Lorenzo: ¡Oh! Usted disculpe... ocurre que a veces... a veces no soy yo.

Sra. Capuletto: ¡Oh! Mira esposo mío... mira a nuestra hija... observa cómo baila con ese enmascarado... ¿No te recuerda a nuestro primer baile?
Sr. Capuletto: ¡Cállate maldita perra... cada vez que me acuerdo lo que me has hecho gastar
en esa estúpida fiesta me dan ganas de matarte!
Sra. Capuletto: Ay,... Capuletto... ya no eres tan romántico como cuando eras joven...
Sr. Capuletto:¡Cuando yo era joven tú eras levemente distinta…(aparte) ¡como ochenta arrugas y cuarenta kilos distintos!
Sra. Capuletto:  ¡Oh, mira esposo! ¿No te parece que ese joven está apretando demasiado a nuestra hija?  (A Romeo) Oiga, joven... ¿No le parece que está apretando demasiado? ¿Joven? ¿Por qué no contesta?
Romeo:  (Tratando de tapar la voz de la señora; a Julieta) Oh... disculpa... estaba pensando, déjeme hacerle una pregunta. ¿Cuántas nueces puedes comerte en ayunas?
Sra. Capuletto: Pues unas... catorce...
 Romeo: ¡Oh!... ¡Qué lástima!... Si decías diez tenía un chiste fabuloso para hacerte. De cualquier manera lo que quería decirte es que eres la más hermosa de las mujeres del mundo.
Julieta: Ay, no diga esas cosas..., no sea tonto...
Romeo:¡ No soporto que me digan tonto una vez más!
Julieta: Oiga... ni siquiera sé su nombre ni he visto tu rostro... dígame quién es si quiere seguir hablando conmigo...
Romeo: No puedo revelar mi identidad en esta fiesta. Necesito verte a solas.
Julieta: ¡Ah! ¿Quién crees que soy?
Romeo: Bueno... creo que eres Julieta, la hija de los Capuletto... Acaso es una máscara (le tira de la barbilla para sacarle la supuesta máscara)
Julieta: Ay, ay, basta, basta, no es una máscara… (Le pega) Quise decir que ¿Por quién me tomas? ¿Crees que soy una loca que iré contigo para vernos a solas?
Romeo: No, no, es que no tengo alternativa. Estoy enamorado de ti.  Por favor, necesito verte.
Julieta: ¿Enamorado?
Romeo: Completamente...
Julieta: Dime más… (con ademán de vanidad)
Romeo: Bueno, cuando algo está completo, no se le puede añadir más…
Julieta: (aparte) Uf, parece bonito, pero es un poco duro de entendimiento… ¿Qué otra oferta tengo?  (A él) Está bien, ven mañana a la noche a mi balcón y arrójame una pequeña piedra a la ventana. Cuando la oiga, yo saldré.
Romeo: Allí voy a estar.
Sra. Capuletto: (Toma una copa y la golpea con una cuchara para llamar la atención) ¡Bueno! ¡Ha llegado la hora de la verdad… Es momento de quitarse las máscaras!
Romeo: ¡Oh! Debo irme ahora... debo irme... ¡Adiós Julieta!
Julieta: ¡Espera!... esa no es la salida... ¡Es el balcón!
(Romeo  sigue corriendo y se oye un estruendo impresionante. Los presentes hacen cara de temor.)
Fray Lorenzo: Ea, Prosiga la fiesta,  que no han sido más que cinco o seis metros, dos o tres huesos rotos, y las neuronas que tenía…. No te has perdido mucho, Verona

Acto III
(Escena oscura, casi sin luz)
Romeo: Fray Lorenzo... sólo usted puede ayudarme... Tengo tanto miedo...
Silvio: ¡Oh... no temas, Romeo...! Yo estaré a tu lado. 
Romeo: Creo que éste es el balcón... Deben estar todos durmiendo...
Silvio: Sí, éste es. ¿No dijo ella que le arrojaras una piedra? ¡Pues, hazlo!
Romeo:  Aquí va… (se oye un pequeño estruendo)
Silvio: Algo se mueve dentro... una sombra... debe ser ella. Dile las frases tiernas que te enseñé.
Sr. Capuletto: ¡Pero quién es el idiota que se atreve a tirar un piedrazo! ¿Quién es el loco que  me desafía de este modo?
Romeo: Eh... baja... hermosa forma... Ven a hacerme inmortal con un beso... baja para que te ame y te estreche entre mis brazos...
Sr. Capuletto: ¿Eh? ¿A quién le habla? ¿A mí? (se da vuelta a ver si hay alguien más) Jamás me habían dicho cosas tan hermosas. (Se peina) ¡Iuju, espérame, ya estoy contigo…! 
Romeo: ¡Oh no! ¡Es el padre! Maldita sea. ¡Ahora tendré que besarlo! ¡Dios! ¡No quiero casarme con el padre!
(Sale disimuladamente el fraile)
Silvio: No es necesario... dile que se trata de un error, dile que es un error.
Romeo: Oh, hermosa forma... se trata de un error...
Sr. Capuletto: (Con voz cada vez más aflautada) Oh, no, no tengas terror… ¿Por qué tenerme terror? ¿Cómo era eso que decías?
Romeo: No, no, digo que era un error…, un error…
Sr. Capuletto:  ¿Ya me hablas de amor? ¿Quién le habrá dicho mi secreto?
Silvio: Ahora sí que estás en problemas…  corre o lo vas a tener que besar.
Sr. Capuletto:  ¿Adónde vas? ¿Adónde vas? Caramba... yo ya me había ilusionado...
Romeo:  Esperemos aquí hasta que no haya monos en la costa.
Silvio: ¿Monos? ¿Hay monos por aquí? Ay, diosito, le tengo mucho miedo a los monos…
Fray Lorenzo: (Aparece de improviso, con voz de ultratumba, para asustarlos) ¡Moros! ¡Mo-ros!
Romeo y Silvio: (Saltan de terror) ¡Ahhhhh!
Fray Lorenzo: Calma, shhhh, silencio…
Silvio: Allí hay otra ventana... probemos allí…
Romeo: (Tira la piedra. Se oye un ruido tremendo, de cristales rotos)  ¡Uy!
Fray Lorenzo: ¡Torpe! ¿Cómo se te ocurre tirar un tremendo cascote!
Julieta: (Aparte) ¿Será él? (A Romeo) ¡Oh!... joven enmascarado... ¿eres tú...? 
Romeo: Me ha reconocido padre... ¿Qué le digo?
Benalio: (En voz baja) Dile "No es fácil cantarle a una mujer hermosa" 
Romeo: (A Julieta, en voz alta) ¿No es hermoso cantarle a una mujer fácil?
Julieta: (Aparte) ¿Me dijo fácil? ¿Oí bien?
Benalio: ¡Al revés, idiota!
Romeo: ¡Al revés, idiota!
Julieta: (Aparte) ¿Oigo bien? ¿me dice idiota? ¿Será que su cortejo es al revés, ¿me insulta para conquistarme? Me gusta… a las mujeres siempre nos atraen los más malos… 
Benalio: Dile que has venido a entregarle tu corazón.
Romeo: He venido a entregarte mi corazón.
Julieta:  ¿Me vas a arrancar el corazón? Mmmm, esto ya me da miedito. Un poco malo, vaya y pase, le pone pimienta, pero que en la primera cita me quiera descuartizar…  (Tartamudeando) Dime tu nombre, desconocido ...
Romeo: “Tu nombre desconocido” “Tu nombre desconocido”
Benalio: Bobo, quiere que le digas cómo te llamas
Romeo: Ah,  Me llamo Romeo…
Julieta: ¿Qué significa Romeo? ¿Acaso significa héroe, valiente? ¿O guerrero…?  
Romeo: Ponele. Lo que quieras, con tal de que me tires esa sábana de una vez...
Julieta: Romeo ¿qué?
Romeo: Montesco. Romeo Montesco.
Julieta: ¡Ese nombre es una mala palabra para mi familia. Sabes bien que nuestras familias están enemistadas desde hace 300 años, desde el asunto de la gallina que robaron ustedes
Romeo: Momento. ¿Qué gallina robamos nosotros? Estás acusándome de robar una gallina?
Julieta: No tú, tus parientes de hace 300 años.
Romeo: ¿Y para qué querríamos una gallina de 300 años?
Julieta:  ¡No, la gallina no tenía 300 años! Ahora hace 300 años!
Romeo: (Como si no la escuchara) Anoche comí gallina… ¿Comí una gallina de 300 años? Ah, ya me siento enfermo… mataré a la cocinera… (sufre un vahído, pero no termina de caerse) ¿una gallina de trescientos años? Esta mujer me ha envenenado… Ay, ay, (se cae para atrás. Benalio lo abanica y lo levanta).
Julieta: Pero no te preocupes, seguro le puso mucho limón… Porque sabes que el limón mata todos los bichos… Yo lo sé porque mi nodriza me está enseñando a cocinar… El limón es milagroso…
Benalio: Yo lo dije, son tal para cual… a ver cuál más delirante y estúpido…
Julieta: Y me dice aquí le pones sal, aquí pimienta… (cambia de tono) Porque no sé si te dije, pero es que pronto, no tan pronto, o quizá sí pronto, me tengo que casar…
Romeo: ¿Casarte? Creo que me sentó mal la gallina (Se cae de nuevo. Benalio lo levanta)
Benalio: Arriba, valiente Romeo. No te rindas. Dile que la amas, que no puede casarse con otro.
Romeo: “No te rindas.”
Julieta: ¿Rendirme? No, qué rendirme? Le pongo mucha garra. Mira, si quieres que la levadura no se queme, ponle el agua tibia, y evita la sal…
Benalio: No, imbécil, dile que la amas.
Romeo: Yo la amo.
Julieta: Sí, yo también amo la levadura, es como mágica, crece como la panza de una embarazada
Benalio: Eso es, háblale de amor, de hijos.
Romeo:  ¿Quieres que te haga crecer la panza como levadura?
Julieta: ¿Eh? ¿oí mal?
Benalio: Repite lo que digo, tonto, desde ahora (hace gesto de corte)  Julieta, yo te amo. No te cases con otro. No puedo vivir sin ti.
Romeo: Es muy largo… No me acuerdo… (Aparte) Ya sé. (A Benalio) Dime de nuevo.
Benalio: Julieta…
Romeo: (A Benalio) ¡Más fuerte!
Benalio: (con tono más alto) Julieta…
Romeo: (a Benalio) ¡Mucho más fuerte! (A Julieta le señala con el pulgar y luego se señala la oreja)
Benalio: (A los gritos) Julieta, yo te amooooo. No te cases con otro…
Julieta: ¿Pero quién es ese loco que me grita? ¡A mí nadie me grita! ¡Pégale, Romeo, defiéndeme, valiente guerrero!
(Romeo le da un puñetazo a Benalio, que queda tirado en el piso  y cae la sábana. Se cierra el telón.)

Acto IV
Escena I
(Teobaldo con Silvio, Llega Mario)
Mario: Confirmado. Lo han visto bajar de su balcón.
Teobaldo: ¿Pero cómo bajó de su balcón?
Mario: Colgado de una sábana…
Teobaldo: ¿Qué tipo de sábana?
Mario: Pues, una sábana…
Silvio: Otra vez, Teobaldo, con eso… 
Teobaldo: Es importantísimo saberlo… ¿Cuántos hilos tenía ese algodón?
Mario: Eh, no lo sé… Pero te digo que Romeo Montesco bajaba de allí colgado de una sábana, de madrugada.
Silvio: ¿De madrugada? ¿Quieres decir que pasó la noche con Julieta?
Teobaldo: ¿Y crees, Mario, que pudiera ser cien por ciento algodón?
Mario: Emmm….
Silvio: Basta, Teobaldo, estás perdiendo lo central… ¿No estás escuchando lo que dice? Mario, ve con tus muchachos y trae a ese seductor Montesco, que lo haremos pedazos…
Teobaldo:  (Ensimismado) Saben que soy un (Como si trazara un cartel luminoso en el aire) “gran mercader textil”. La tela es muy importante… no es lo mismo una cosa que otra… (A Mario) Mario, no olvides averiguar cuántos hilos tenía esa tela…  (Sale Mario)
Silvio: ¡Teobaldo! un Montesco pasó la noche con tu prima, ¿entiendes lo que eso significa?
Entra Paris: ¿Cómo ha dicho? ¿Qué un Montesco pasó la noche con quién?
(Los demás se alarman)
 Silvio: (A Teobaldo) Sácame de esta! (Teobaldo no reacciona y lo sacude) ¡Teobaldo,  mira el manto del Señor Paris! (Teobaldo  despierta de su ensimismamiento y se apasiona con la tela, se arrodilla y la toca)
Teobaldo: ¡Ay Señor Paris! ¿De dónde es esta tela maravillosa? ¿Cuántos hilos tiene esta seda?
Paris: ¡Basta ya! ¿Cree que soy estúpido? ¿Cree que no escuché? ¿Así que este gnomo despreciable, este insecto infecto, esta alimaña inmunda, esta nada, pasó la noche en la recámara de mi linda Julieta?
Silvio: No exactamente
Teobaldo: ¡Sí!, ¡Y no pudimos saber todavía como logró el fabricante que la tela resistiera los kilos de éste. (Señala a Romeo: Justo entran a Romeo a los empujones. Romeo oculta la cara)
Paris: ¿Cómo que la tela?
Silvio: Sí Señor, como imagina. Se descolgó del balcón durante el amanecer.
Paris: Pero, ¡Cómo se atrevió! ¡Esto no quedará así, Aquí habrá duelo. 
Teobaldo: ¡Exacto! ¡Es competencia desleal traer telas tan resistentes desde la China!
(A Romeo lo mueven entre dos ante Paris)
Paris: ¡Pues sí! Mañana cuando cante el gallo, nos veremos aquí  para batirnos a duelo.
Romeo: a… a… ¿duelo?
(Salen todos, queda Romeo, temblándole las rodillas. Se cierra el telón.
Escena  II
(Apagón. Aparecen Teobaldo, Silvio, Mario, sus guardias, Paris y una mesita con las armas)
(Del otro lado, Baltasar, Benalio, el fraile. Paris lustra su espada)
Paris: (A Mario) A este insecto lo haré pedazos. No puedo ni pensarlo… ¿realmente se atrevió a cortejar a mi pequeña rosa?
Mario:  Eso dicen. Pero no se preocupe, Señor, en pocos minutos su espada lo atravesará y toda ofensa quedará desagraviada…
Paris: ¡Pero para qué me lo dices! ¡No te digo que no puedo ni pensarlo…! Lo mataré.
Silvio: Calma, señor, está por amanecer…
Se oye un canto del gallo. Todos se muestran alerta. De pronto, viene corriendo Romeo, con un gallo tomado del cuello y tapándole la boca.
Romeo: Shhhhhh (se pone el dedo vertical en la boca)
(Vuelve a cantar el gallo)
Romeo: Shhhh, cállate! ¡Te digo que no seas soplón!
(Salen corriendo detrás de él Benalio, Baltasar y el cura…)(Cierra el telón.)

Escena III
(Abre el telón, habitación de Julieta. Nodriza. Sra. Capuletto)
Nodriza: Le digo que sí, señora, no hace más que llorar la pobrecita. Parece que un pájaro querido se le ha ido. (Aparte) ¿Será un Montesco ese pajarón?
Sra. Capuletto:  Sí, sé que está muy triste. Le dicho a su padre que debemos  olvidar el plazo de dos años. La niña se alegrará cuando tenga que elegir su vestido de novia, su diadema, sus zapatos…
Nodriza: Pero, señora, ¿no debiera alegrarse cuando elija al novio? El Señor Paris no le cae muy simpático…
Julieta: (desde atrás) Ay (solloza estridente)
Nodriza: No es la persona, señora. La niña debe amar a alguien más…
Julieta: (de nuevo sollozando) Romeo!
Sra. Capuletto: ¿Qué dice?
Nodriza: Dice “no veo”.
Sra. Capuletto: ¿Que no ve? ¿No ve? ¿Es una broma?
Nodriza: Pues no, parece que se ha quedado ciega…
Sra. Capuletto:  Pues, ¿cómo?
Nodriza: ¿No se dice por allí que el amor es ciego? ¿No se habrá quedado ciega de amor?
Sra. Capuletto: Calla, torpe, y llama a Margarita…
(Entra Margarita)
Sra. Capuletto: Margarita, hija, ve por el sacerdote. Esta niña se ha quedado ciega, y no hace más que llorar… Tráelo enseguida, él sabrá qué hacer…
Nodriza: (Aparte) Seguro sabrá qué hacer, ciega y bonita…
Sra. Capuletto: Búscalo por toda la ciudad. Suele estar  en las apuestas…
Julieta: ¡Ay, Romeo!
Sra. Capuletto: ¿Qué dice mi hija?
Nodriza: Dice “No creo”
Sra. Capuletto: Bueno, si no en la plaza, en la venta… búscalo, querida.
Margarita: Enseguida, señora. Pero, ¿para dónde es la venta?
Sra. Capuletto: Yo te indico, niña… (Salen juntas)
Julieta: Ven aquí, Nana.
(La nodriza se sienta en la cama en la que lloraba Julieta)
Nodriza:  (En confidencia) Calma, querida, Romeo huyó. Teobaldo no llegó a matarlo. Guerrero gallina sirve para otra guerra… Y llevaba su gallo y todo…
Julieta: ¿Quieres decir que huyó?
Sra. Capuletto: Como oyes, se fue. Ahora vendrá el fraile a darte una medicina para fingir que estás muerta hasta después de la boda con Paris.
Nodriza: ¿Cómo es eso?
(Entra el fraile)
Fray Lorenzo: Señorita Julieta, ¿es cierto que está ciega? (Aparte) ¡ Qué bueno si está ciega… Si la toco no sabrá a quién acusar!
Nodriza: Pero no, fray Lorenzo, lo hemos llamado para continuar el plan que usted ha tramado…
¿No le daría una medicina?
Fray Lorenzo: Ah, sí, la medicina: aquí está. Esta droga la hará parecer muerta exactamente dos días y cuarenta horas. Lo suficiente para que se frustre la boda con Paris y sus padres se resignen. Ellos dejarán de insistir con Paris. Mientras tanto, yo mandaré un mensajero para que Romeo esté enterado de todo, y regrese a tiempo. Nadie se acordará de él, en medio de la gravedad de los acontecimientos.
Julieta: Y luego, ¿qué?
Fray Lorenzo: Luego, cuando él esté aquí, celebraremos la boda. Pero pronto. Su padre se complacerá de poder usar todo lo que Paris haya pagado… Es célebre por su avaricia…
Julieta:  ¿Cómo lo sabrá Romeo?
Fray Lorenzo: No te preocupes, niña, yo mismo me ocuparé de eso… Ahora bebe…
Julieta:  ¿Todo?
Fray Lorenzo:  No! Dormirás hasta que Romeo tenga nietos si lo bebes todo… Sólo la mitad, querida… (La ayuda a beber) Eso es, ahora recuéstate…
(Julieta se duerme. Él le pasa la mano frente a los ojos y se abalanza sobre ella, pero interrumpe la nodriza)
Nodriza: ¡Alto ahí!
(Se cierra el telón)

Acto V
Escena I
(Nueva escenografía, como una cripta. Cortejo fúnebre. Casi todos los personajes, excepto Romeo y Benalio y  Fray Lorenzo. Julieta yaciente. Cantan un réquiem.) 
Sacerdote: Querida Julieta, flor de un día, tan joven y lozana, la tristeza te arrebató la vida, pero serás ahora una rosa del paraíso…
Marian: ¡Querida amiga! ¡Buaaaaaaa! (Aparte) ¿Me sale bien? (guiña el ojo)
Sra. Capuletto: ¡Julietita! ¡Cómo ha sucedido esto! (Llora desconsolada. El señor Capuletto la toma de los hombros y la saca.)
Margarita: ¡Ama y amiga! (Solloza mientras deja una flor en su pecho)
Abuela Capuletto: ¡Triste es el destino de mi nietita! (Deja otra flor)
(Pasan Silvio y Mario y depositan otras flores)
Teobaldo: (arrodillándose) ¡Querida prima! (Toca la tela del vestido) Ah, con que éstas te traías… esto no puede ser de otro sitio que de Nepal… Y mira cómo te hacías la mosquita muerta…
Silvio: Bueno, ahora se hace la mosquita… (hace ademán con la mano como que falta decir algo). Salen.
(Los personajes van saliendo de a poco, queda Fray Lorenzo)
Fray Lorenzo: Bien, bien, ya está cumplida la primera parte del plan…  Ahora sí, unas buenas cervezas, y fiesta, fiesta….
(Camina dos pasos, se da vuelta a mirar a Julieta, vuelve a caminar uno)
Fray Lorenzo: Juraría que me estoy olvidando algo…¿Qué tenía que hacer yo esta tarde? ¿Había algo que hacer? (silencio, relaja la cara) Bueno, ¡no sería tan importante si no lo recuerdo!

(Cierra el telón.)

Escena  II  (En Off)
Romeo: ¿No hay pasado ya muchos días, querido Benalio?
Benalio: Fray Lorenzo dijo que tenía un plan y nos avisaría cuando pudiéramos volver.
Romeo: Pero no hay llegado noticias de su parte, ¿no resulta extraño?
Benalio: (Aparte) Ojalá no sean ciertas mis sospechas con ese borrachín. (A Romeo) Calma, Romeo. Deberíamos esperar un poco más.
Romeo: ¿Más? No, no puedo esperar más, debo viajar a Verona de inmediato…
Benalio: Está bien, dispongamos los caballos y salgamos esta misma noche…

Misma escenografía de la cripta.

(Sale. Un  segundo después entra  Mario. Luego, Benalio y Romeo)
Mario:  Romeo, Silvio, ¿no estaban fuera de Verona?
Benalio: Sí, sí, pero éste (señala a Romeo) no veía la hora de volver…
Mario:  Claro, me imagino… ustedes la conocían… Pobrecita, Julieta… No llegó a casarse con ese engreído de Paris, pero se entregó a la muerte, pueden creerlo?
Romeo: ¿Qué dices?
Benalio: ¿Entonces no se casó Julieta con Paris?
Mario: No, claro que no… ¿Usted ha visto alguna vez a una muerta caminando hacia el altar? Olvide la película de Tim Burton… ¿Realmente vio que alguien se casara estando muerto?
Benalio: ¿Muerta? ¿Qué quiere decir con muerta?
Mario: Pues…. Dícese de criatura humana o animal que pierde la vida…
Romeo: (A Benalio), a ver si me traduces que a éste no le entiendo nada…
Benalio: No puedo creerlo… (Se agarra la cabeza y abraza a Romeo.)
Mario: ¿Dije algo que no debía? ¿No vienen ustedes  al entierro de Julieta?
Romeo: ¿Entierro? (A Benalio) Explícame, Benalio.
Benalio: Siéntate aquí (Lo hace tomar asiento). Ha ocurrido algo terrible, Romeo… Ella no pudo esperarte. No pudo esperar tu regreso. Y repentinamente, murió…
Romeo: ¿Ella? ¿Quién es ella? ¿No me hablarás de nuevo de la gallina de 300 años, que si esperó 300 puede esperar más…
Benalio: (En tono lúgubre) No, amigo, Julieta Capuletto, tu amada ha dejado este mundo…
Romeo: (En silencio va cambiando las caras, caras que resultan cómicas, durante varios segundos, luego grita) ¡Nooooooooooooooo! ¡Noooooo!
(Benalio lo abraza)
Romeo: ¡NOOOOOO! 
Benalio: (Benalio mira al público señalando el aturdimiento).Cálmate, amigo, la vida es así… ya hallarás una compañera a quien amar…
Romeo: (A los gritos) ¡Noooooooo!
Benalio: Bueno, tienes razón. Tú la amas a Julieta… ¿Por qué no te tomas un minuto para estar con ella? Te dará consuelo estrecharle la mano…
Romeo: (A los gritos) ¡Nooooooo!
Benalio:  (Aparte) Pues ya no sé cómo hacer para calmarlo… (A Romeo) ¿Quieres relajarte un poco con un trago de vodka? (Le extiende una petaquita)
Romeo: (Voltea inmediatamente) ¡Síiiiiiiiiiiiiiiii!
(Benalio lo va llevando hacia el cuerpo de Julieta y lo ayuda a sentarse allí.)
Romeo: (La mira románticamente y muy de pronto grita) ¡Noooooooooooo!
(Benalio se pone las manos en las orejas y hace cara de fastidio, sale)

Escena
(Están Julieta echada y Romeo. Se oyen pasos.)
Romeo: Benalio, ¿eres tú?
(Entra Paris. Lo advierte Romeo y se esconde tras una piedra)
Romeo: (Aparte) ¿Qué hace este payaso aquí?
Paris: (A Julieta) Amada mía, ¿cómo te apagaste de pronto, cuando no eras ni un pimpollo recién brotado.
Romeo: Eh? ¿Qué dice? ¿Brotado? ¿Tenía sarna la pobre? ¿O sería sarampión? Ah, Dios mío… Y yo le dí un beso! ¿No me habré contagiado? Ay ay (se toma la garganta)
Paris: Querida mía, te habían prometido a mí tan joven, tan fresca como una gota de rocío…
Romeo: (sigue gesticulando detrás, se toma la cabeza, luego el pecho) Me siento mal… Me estoy mareando…
Paris: La copa cristalina que eres se rompió antes de que pudiera abrigar mi amor… ¿Adónde iré a buscarte, querida flor?
Romeo:  ¿Dijo Flor? ¿No se llamaba Julieta?  
Paris: Ahora te daré mi beso.
Romeo: ¿Un beso? ¿Cómo que un beso? ¿Está loco? Lo mataré! Ella es mía, aunque se llame Florencia, no importa… Nadie podrá besarla
Paris: Este beso de despedida, que como una mariposa irá contigo  al Paraíso. (Se inclina para besarla y Romeo le asesta un golpe tremendo y lo deja tirado)
Romeo: ¿Mariposa? ¡Más bien pareces un cascarudo! (Lo patea graciosamente y lo saca del medio)
Romeo: (A Paris) Éste es mi turno, tonto cascarudo. (A Julieta) Mi amor, ¿cómo pudiste dejarme?  ¿Qué será mi mundo sin ti? Amada mía, Julietita querida… ¿Recuerdas cuando  me  decías aquello del limón? ¿Qué amargo resultó tu amor, limoncito mío… Ahora nada tiene sentido para mí. Tendré que ir a buscarte, querida, a la otra vida. Aquí tengo mi puñal. Espérame, ya muero…
(Se clava el puñal pero no entra)
Romeo: (A Julieta) Espérate un poquito…  (se le dobla ante la panza. Intenta otra vez y nada…
(A Julieta) Pero mujer, ten paciencia… dormiremos toda la eternidad, ¿para qué me apuras?
Romeo: soy un inútil… Ni sé cómo matarme… Ya sé, usaré este adoquín, que pan con pan… (toma una piedra de dimensiones y se pega en la cabeza. Cae graciosamente)
(Despierta Julieta con el estruendo)
Julieta: Pero, ¿quién es este pordiosero que duerme aquí? (A Romeo) ¿Te parece, mendigo, andar durmiendo entre las tumbas? ¿O serás un gótico al que lo agarró la lluvia? (Se inclina sobre él) Pero Dios mío, si es mi Romeo…. ¡Romeo, Romeo, que ni yo me lo creo! ¿Qué haces aquí? ¿Te parece venir con esta facha? Pero querido, qué bien te queda el pelo teñido de colorado… ¿Lo hiciste con papel creppe? (silencio) Bah, no me contestas… Me aburro, Romeo… (A sí misma) Lo mejor es que me eche una siestita con él. ¡Todavía tengo el brebaje, sí! (hace gesto con la mano como que “anotó” ) Sólo un poquito…

Escena III
Fray Lorenzo:  Sr. Capuletto… hemos tenido un pequeño problema… Es largo de explicar, pero vio Julieta?
Sr. Capuletto:  Julieta? Julietita? ¿Mi hija querida? ¿La luz de mis ojos? ¿La niña de mi corazón?
Fray Lorenzo: (fastidiado, interrumpe) Que sí, Julieta, su hija…
Sr. Capuletto: ¡Que Dios la tenga en la gloria, a mi querida Julieta! ¿Qué trae, noticias del paraíso, hombre?
Fray Lorenzo: No, no exactamente. Vienen de un poco más cerca… (Aparte) ¿Cómo se lo digo?
(Al Sr. Capuletto) Pues, voy a comenzar con una pregunta…  ¿Usted le dio el pésame a Paris, su prometido?
Sr. Capuletto: ¿El Pésame? No, él me lo dio a mí… Mi hija ha muerto, ¿por qué habría de dárselo yo?
Fray Lorenzo: Pues vaya dándoselo. Por dos motivos: Primero, porque gastó una fortuna en la fiesta. Segundo, porque él perdió a su novia, a usted no se le murió nadie, y beberá y comerá sin pagar un centavo…
Sra. Capuletto: ¿Qué intenta decir, Fray Lorenzo?
Nodriza: Dígalo de una vez, que ya no nos salvamos de la prisión ni usted ni yo…
Sra. Capuletto:  Por favor, expliquen qué ocurrió…
Fray Lorenzo: Bueno, es que ustedes saben que la diferencia entre estar muerto y estar dormido es muy sutil…
Sra. Capuletto: ¿Muy sutil?
Nodriza: Bueno, señora, puede ocurrir que uno crea muerto a un perro, que en realidad duerme bajo la sombra de un árbol…
Sr. Capuletto: Basta ya! Hablan o los envío a la horca…
Fray Lorenzo: Está bien, la parte de mí que no soy yo le ha dado un pequeño somnífero a su hija y
Ella no está muerta…
Sr. Capuletto: ¡Milagro, milagro! ¡Dios ha oído mis oraciones!
Fray Lorenzo:  Espere, no festeje todavía (Aparte) ahora sí habrá un muerto… (A Sr. Capuletto) Es que ella está viva, feliz, alegre y un (titubea) poco acompañada.
Sra. Capuletto: ¿Cómo que un poco acompañada?
Se va abriendo el telón. Se ve la pareja muy cerca, enfrentados y abrazados.
 Nodriza:  (Apurada y mirando para adentro)Al grano. Señor, señora, Julietita está viva. Ya nada importa…
Fray Lorenzo: (atolondrado y por lo bajo) Bueno, la niña Capuletto se ha casado en secreto con Romeo Mostesco… he dicho!  
Julieta: Mami, papi (ellos voltean y ella los saluda graciosamente con la mano)
Véalo por el lado positivo: tenemos fiesta gratis!!!!!!
Nodriza: Preparados, listos, Ya! Corre! (Salen corriendo la nodriza y Fray Lorenzo)
Romeo: ¡Julieeeeta!
Julieta: Romeeeeeeoooo! (imitando la voz de la otra escena)

Se besan y quedan congelados en esa imagen, levantan un cartel que dice Fin.