domingo, 15 de marzo de 2020
Artículo “La teoría del todo”
Si un cruce de los libros y el cine conmueve profundamente es la película dirigida por James Marsh, cuyo guionista y promotor del proyecto fue Anthony MacCarten. El guionista se sintió atraído por la figura del científico desde que leyó Historia del Tiempo, en la década del ’80. Pero si en el film le dedican especial atención a ese libro que fue la consagración de Hawking porque lo llevó a una popularidad impensada para un científico, sólo experimentada antes por Einstein, no es el libro en que se basó la producción.
MacCarten conoció años más tarde el texto escrito por Jane Hawking, primera esposa del cosmólogo cuyo título es, en inglés, Travelling to Infinity: My Life with Stephen. Se trata de un relato autobiográfico de los treinta años en que estuvieron casados. Ella, graduada en poesía medieval española, tuvo las herramientas necesarias para convertir la vida real, atravesada por una enfermedad degenerativa que fue quitándole al científico hasta la más mínima movilidad, en un texto literario de tono cálido y nostálgico, que contagia en el espectador las interrogantes filosóficas que el trabajo de Hawking trasunta.
La autora despertó en McCarten el deseo de filmar las experiencias que narra su libro y la convenció de que le permitiera hacerlo. James Marsh fue el encargado de producir la atmósfera nostálgica que domina el film. Como si la degradación en la salud de Stephen, que domina, despertara el ineludible deseo de comprender la vida. Una vida que da y quita de un modo brutal. La comprensión profunda de verdades cosmológicas de las que ningún hombre fue capaz fuera de Hawking crece, al tiempo que su salud se deteriora. La búsqueda de una cifra que lo explique todo, incluso esta paradoja, es una invitación sutil a preguntárselo también.
¿Acaso será como afirma el mito de Prometeo o la misma experiencia de Adán y Eva una indagación y el don de una inteligencia semejante requieren una compensación? Adán y Eva debieron salir del Paraíso por haber comido del árbol de la Sabiduría. Prometeo quedó atado de por vida a una piedra por difundir saberes que resultan inmanejables para los hombres. ¿Será la enfermedad de Hawking un pago por la capacidad extraordinaria que le permitió ir más allá de los límites científicos de su tiempo? ¿O, en cambio, ha sido una defensa de la naturaleza parecida al mito de Quirón, que era capaz de dar respuestas y sanar a otros, pero su propia herida sangraba y jamás podría curarla con sus manos? Para el centauro ese hecho se había convertido en la raíz de su humildad. ¿O, quizá haya sido el azar irónico que, como a Borges, le dio los libros y la noche, la extraordinaria capacidad de leer y la ceguera?
Sublime es la actuación del actor, cantante y modelo inglés, Eddie Redmayne. Así lo entendieron también la Academia que concede el Premio Óscar, el jurado de los Globos de Oro, el Premio del Sindicato de Actores, el BAFTA y el Certamen Tony de teatro.
El film es una experiencia emocionante, que despierta la inquietud filosófica, sobrevuela los asuntos que interesaron al científico, emociona, interpela, y consuela también. La voz robótica que reproduce lo que Hawking dirige a un público en los últimos minutos, despeja definitivamente la ecuación:
“Es claro que sólo somos una rama avanzada de los primates en un planeta menor, que orbita alrededor de una estrella común en la periferia de una galaxia entre otras cien mil millones de galaxias. Pero desde el principio de la civilización, las personas han deseado entender el orden subyacente del mundo. Debe haber algo muy especial sobre la naturaleza de los límites del universo. Y lo que puede ser más especial que eso es que no haya límites. Y no debería haber límites para el empeño humano. Todos somos diferentes pero debemos pensar que, sin importar qué tan mala sea la vida, siempre hay algo en lo que podemos tener éxito. Mientras haya vida, hay esperanza.”
Quizá, a la larga, esté Quirón detrás del todo.